Un verano muy tórrido
Ya se sabe lo que pasa con el amor. Al principio todo son palabras bonitas, promesas y juramentos eternos. Siempre te querré, eres la persona que buscaba, mi media naranja, mi florecita de alhelí, juntos para siempre, que lo que Dios une, el hombre no lo separe, juntos hasta la muerte…1 y luego empiezan a pasar cosas. No salgas tanto con tus amigotes, levanta la tapa del váter, yo hago todo y tu no haces nada, tu madre no me traga, si me quisieras me comprenderías, ya no me dices te quiero, tanto como antes, solo piensas en ti.. 2
En fin. Diego sufrió una separación de esas que pasado el primer día dices “qué alivio haberme separado”, pero cuando abrazas la almohada y caes en el vacío del silencio e incluso cuando padeces la falta misma de enemigo, empieza el desmorone, el desquicie y la exacerbada búsqueda de la restitución de un estado de normalidad, entendiendo por ‘normalidad’ el resarcirse con algo superior al mejor momento vivido, en vez de abandonar sencillamente el empeño de vivir un sueño dorado.3
Diego conoció a Alba, con la que comenzó a salir sin mucho convencimiento por no responder a los cánones de belleza que su anterior pareja había dejado tan altos. Fue más por la desesperación y necesidad de contacto humano que otra cosa, un puente pasajero hasta que se abrieran de nuevo las puertas del paraíso4. También le echaba para atrás lo que Alba le contestaba al preguntarle qué le podía atraer de él cuando una mujer le había abandonado:
-Me encanta tu pelo y tu cinturita de avispa -aducía Alba con convencimiento de intensidad inversa a la decepción que causaba en Diego que las razones no fueran la inteligencia, la belleza interior, la bondad moral o la admiración.
Diego la empujaba a que no se centrara en salir con el, tú y yo juntos frente al mundo. Le aconsejaba que buscara otras relaciones para tener una pareja que no asfixiara a sus partes. Un sí pero no, un no pero sí. La retenía y la apartaba. La manipulaba a conveniencia. Cuando Alba comenzó a salir con otros, como Felipe, su mejor amigo, los celos y el rencor5 provocaron la ruptura definitiva.
En ese verano también acudió a los conciertos de rock, amando a las multitudes que antes rehuía. Conoció a una gallega, que tuvo que volver a Gijón y a la Michele, que le sugería que aprendiera francés, dejara todo y se fuera a buscar trabajo a París.6
También invitó una noche a cenar a Mireia y a Gala, la cordobesa, morena de tez y que cuando bailó una sevillana le encandiló con las poses y movimientos sensuales. Como sólo había una cama y un sofá, Diego prefirió a Gala en la cama, donde no pasó gran cosa salvo algunos roces furtivos que produjeron un alivio temporal y Mireia, mientras, en el sofá. A la mañana siguiente Mireia le dijo que le hubiera gustado mucho estar ella también en la cama, juntos los tres. Es lamentable, a quien te gusta no le gustas y en cambio, le gustas a quien no te interesa, acentuando más si cabe la sensación de perdido del buscador.
Su amigo Santolaya, que estaba realizando un espectáculo experimental, le pidió ayuda. Como no era actor consistió en estar de pie con un sombrero, simbolizando alguna cosa misteriosa. Así conoció a Laura, que se estaba separando de su actual pareja para poder salir con otras personas, especialmente del propio sexo, impulso que siempre había intentado reprimir, pero que había surgido con fuerza un día al acudir a un bar de ambiente donde había conocido a una beldad, desgraciadamente ya comprometida. Sintió atracción de forma tan contundente que se notaba casi arrebatada. Diego la invitó a refugiarse en la casa.
Un día, Laura, excitada por sus salidas a los locales de ambiente, se puso en la cama de Diego para ejercer la bisexualidad una vez más. Así estuvieron un tiempo, pero cuando Diego ya se hacía ilusiones de tener de nuevo pareja, vino Laura a comunicarle que se había enamorado de una chica de piel suave que la había hecho sentir cosas como nunca antes.
La Cabaretera le pidió que viniera al estreno de un espectáculo que comenzaba, para tener confianza en alguien a la hora de interaccionar pícaramente con el público. 7
Como fuera que el personaje infectó en cierto modo a la persona, un día le ofreció pasar la noche juntos. No le atraían mucho las curvas preponderantes de la actriz, le intimidaba la voz de barítono que tenía y tampoco había demasiado entente con las preocupaciones artísticas de teatro popular que tanto le entusiasmaban, pero es lo que tiene la necesidad. Diego aceptó lo que no tenía o no quería aceptar. Tuvo que recurrir a la iniciativa de la Donna è mobile que no tuvo problema en llevar las riendas, cosa que incluso le llevó a mayor entusiasmo si cabe. Hubo un momento muy delicado en el que ella, al llegar al clímax gritó:
-Amor mío, amor mío, mi amor…
Y el amor, sea en palabra o en hechos, cuando no es amor, mata el poco amor que podría haber y le rehuyó las siguientes veces que ella intentó repetir.8
Ese tórrido e ingrato verano en el que las cosas salieron mal y todo era provisional, interrupto y difuminado, conforme pasó el tiempo se fue convirtiendo no se sabe por qué en prototipo de verano feliz, sin haber sido nunca feliz ni merecerlo, tal vez por ser símbolo de vida cuando la vida se empeña en darte la espalda.
COMENTARIOS
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Diego pasa de una etapa ideal de pareja compenetrada, pero con el pasar del tiempo se trasforma en algo más problemático. La integración de amigos, trabajo, familia, gustos, preferencias, valores y expectativas en una vida compartida en la que hay que hacer compatibles las diferencias, se hace demasiado complicado y ante las dificultades que no se pueden superar optan por la separación.
La necesidad de afecto no resuelta, la angustiosa soledad, el hecho de pasar de tenerlo todo a empezar de cero llevan a Diego, en su fase de superación, a distintos intentos de relación, algunos de ellos no muy convincentes. Durante un tiempo atraviesa una etapa promiscua en la que hace lo que puede.
Todas las intentonas acaban en fracaso, pero no obstante, la exploración de posibilidades, la apertura al mundo y la riqueza de experiencias nuevas, aunque fueran fallidas, se condensan en un verano intenso, a pesar de todo y como momento de alto voltaje se convierte en marca, en símbolo de estar vivo, aunque en el momento de los sucesos más bien estaba moribundo.
Nos replanteamos si la felicidad, estar bien o estar mal es más cosa de percepción, sensaciones subjetivas y tejemaneje de la memoria.
NOTAS TÉCNICAS
1Hacemos una ronda de frases que se podrían decir a una persona que quieres y será tal vez tu media naranja.
2Dejamos que la inspiración vuele y que los que quieran de entre el público añadan frases que podrían pertenecer a un pelea matrimonial.
3Como el cuento es corto ampliamos los puntos que se prestan. Las sensaciones de liberación en una etapa difícil y hostil de la pareja. La soledad después de estar acostumbrados a vivir en pareja. Echar de menos, dudar si llamarla. El papel en la mejora que tienen los momentos felices, que se convierten en puntos de referencia que sirven para medir lo que es ‘mejorar’ para nosotros.
4Nos preguntamos en medio de la narración si la necesidad de afecto nos arrastra a aceptar cosas que rechazaríamos estando más cubiertos y tranquilos. Si es mejor malo conocido que bueno por conocer. Si una pareja no te convence si seguiríamos con ella sólo para no estar sólos y en espera de algo mejor.
5 El narrador añade ¿seguiríais con una persona que está enamorada de vosotros pero no vosotros de ella, y abusaríais y os dejarías querer porque a nadie ‘le amarga un dulce’?
6 Narrador: Esto de tener relaciones en conciertos debe ser algo que se hace cuando estás soltero, en una fase de ligoteo o en una etapa promiscua ¿no? (haciéndose el ingenuo con la finalidad de que algún voluntario ilumine al grupo con alguna aclaración)
7 Nos preguntamos en voz alta lo que se hace en un cabaré de ‘café teatro’. Y si las actrices realizan escenas picantes o picaronas con clientes anónimos o invitan a algún amigo para darse valor y superar la vergüenza.
8 Nos preguntamos sobre la ‘degradación de las palabras’, amor, libertad, guay…, si se utilizan con demasiada ligereza, por ejemplo para mentir y manipular o en la publicidad. Qué pasaría si alguien nos hablase en términos de amor (en el mercado un tendero que te dice ‘que quieres cariño’, pero también un colega que no es todavía amigo que te diga ‘te quiero, tío/a” ¿Las palabras empalagosas de amor te gustan o te disgustan?