Mick Jagger en el Café de la Ópera

Mick Jagger en el Café de la Ópera

Representado por Luz Moreno

 

Fran tenía veintiún años en tiempos del movimiento hippie, que vivía en plenitud de ajuar, pose seráfica y terminología acorde a los cánones psicodélicos. En realidad se llamaba Francisco pero todos le llamaban Fran, aunque quizá en otro entorno y otra época le hubieran llamado Paco o quizá Franky si hubiera nacido en los 80 y fuese punk o Paquito cuando era niño o Frasco si viviera en un pueblo de la costa… quién sabe. Los nombres tienen esa capacidad de adaptación según el ambiente.1

Se encontraba en ese tiempo haciendo un curso esotérico en la Casa del Algodón. Allí había hecho buenas migas con “La Descarada”, que salía con un chico desde hacía años y “La Pachulí” también con novio aunque no estaba muy contenta con él porque, -clamaba escandalizada al llegar este punto- “¿cómo podía ser que no le gustaran Los Beatles y más concretamente el LP Sargent Peppers que acababa de salir? Ella le explicaba a Fran que sentía que no tenían cosas en común y estaba pensando en dejarle, pero el drama era que le parecía que había quedado embarazada por no haber tomado medidas una noche loca y todo se complicaba.

Fran estaba prendado por entonces de Helena, que en parte le correspondía pero que por otra lado tenía otra pareja encantadora previa de la que le resultaba muy difícil desprenderse porque nada le podía reprochar y a la que le unían numerosas complicidades. Había nacido espontáneamente una pasión por Fran, pero no terminaba de decidirse si irse con él, seguir con su compañero o dejar correr el tiempo para que se disipara la confusión espontáneamente. No obstante le había dicho:

-“Sabrás cuando me decida porque te daré un ramito de violetas”.

Una tarde en la que Fran estaba en el café de La Ópera, vestido con su atuendo hippie, bandolera de colorines, ropa ancha y cómoda…2, tomando algo sentado en una de las mesas, apareció por la puerta Mick Jagger, que miró a uno y otro lado y al verle sentado leyendo un libro se acercó y le preguntó:

-Can I sit here?

A lo que Fran respondió:

-Yes yes – ofreciéndole un trago de su cerveza…

Fran leía “El viaje”, de Castaneda y estaba enfrascado en el libro, mientras que Mick miraba por aquí y por allí.

Al cabo de un rato el sitio se fue llenando y la gente se dio cuenta (percató, apercibieron, se coscaron…3) de la presencia de Mick por lo que comenzaron a acercarse en grupitos, emocionados y alborotados, a pedir autógrafos.

Fran se escabulló del tropel de fans apurando su cerveza, como buen antisistema y anticonsumista alargaba al máximo sus consumiciones,4 y fue a pagar a la barra.

El cantante por su parte se apenó de perder su compañía ya que, aunque apenas hubieran hablado en ese rato, se sentía a gusto al lado de ese tranquilo lector y se había creado una especie de amistad silenciosa.

Resultó que al ir a pagar Fran no encontró su cartera por más que buscó y rebuscó en sus bolsillo. Nervioso, volvió al sitio donde había estado sentado, en ese momento ocupado por fans de Jagger, apartando bultos y escudriñando los rincones oscuros, bajo la mesa o si había sido empujada a patadas por el suelo… pero nada.

Le explicó lo sucedido al camarero y se ofreció a reponer el dinero otro día, dando palabra de honor asegurando tener honestidad absoluta para sus deudas, pero éste no fue comprensivo. Le increpó y amenazó con pegarle o con llamar a la policía pensando que era un caradura de mucho cuidado y palabrería barata.

En ese momento y a pesar del tumulto de seguidores Mick se dió cuenta de lo que estaba sucediendo y se levantó acercándose a la barra y diciéndole al camarero:

-I want pay his beer, ok?

Fran le dió las gracias sorprendido y se despidió muerto de vergüenza.

Salió a la calle buscando con la mirada a “La Pachulí” con la que había quedado en el café. En ese momento llegó “La Descarada” vestida con blusa amarilla, falda floreada con cascabeles que sonaban a oración tibetana.

Fran le explicó que ha quedado con La Pachuli, poniéndole en precedentes y exponiendo su voluntad de ayudarla en la situación delicada en la que se encontraba e incluso que pensaba acompañarle a un sitio donde le habían asegurado que practicaban abortos unos ginecólogos de confianza.

Para acompañarle solidariamente y aliviar la espera, “La Descarada” le invitó a un café mientras venía “La Pachulí”.

Cuando por fin llegó La Pachulí con tanto retraso que los dos compañeros hacía rato que se habían olvidado de ella con conversaciones trascendentes motejadas de bromas y risas sonoras. Al verlos tan enrollados denegó cualquier tipo de acompañamiento porque bajo ningún concepto quería molestar y era lo bastante mayorcita como para resolver sus asuntos. Así que se fue y dejó a los amigos con sus buenas vibraciones.

La Descarada” aprovechó el momento y propuso, ya que ambos andaban escasos de dinero y la casa de Fran estaba cerca, ir allí a cenar. Fran aceptó ya que no tenía ningún otro plan esa noche lluviosa.

Una vez en su casa “La Descarada” no perdió el tiempo y cuando estaban sentados en el sofá hablando se sentó encima de sus rodillas diciendo enigmáticamente: “el amor es amarillo”.

Fran no le preguntó por el amarillo sino por su novio, que sabía que era encantador y se llevaban bien.

Ella, en vez de darle explicaciones, le tranquilizó con voz angelical asegurando que no pasa nada, era un momento sin más y había que aprovecharlo,

Fran no encontraba motivos para negarse si ella que tenía pareja lo veía de forma tan natural. No iba a decir que no a un sí tan espontáneo5. No podía evitar que pasase lo que tenía que suceder y así se enrollaron en el sofá.

Al cabo de un momento sonó el timbre de su piso.

Fran se extrañó porque nadie venía sin avisar a su casa

La Descarada se ofreció a pacificar y tranquilizarlo pidiéndole que ignorara el timbre y siguieran a lo suyo.

Fran seguía nervioso por lo intempestivo de la hora

-¿Quién puede llamar a las tantas?” -se preguntó a sí mismo, porque no esperaba a nadie-.

-¿Quién puede ser…? -insistió.

La Descarada” le aconsejó que, ya que no podían seguir porque se había cortado “el rollo”, fuera a mirar por la mirilla sin hacer ruido.

La que estaba esperando a que abriese era Helena, chorreando agua , ya que llovía a cántaros en la calle y venía sin impermeable. En una mano lleva un ramito de violetas.

Confuso, bloqueado, anonadado6, sin saber qué hacer… de puntillas 7.. volvió al sofá donde siguieron con sus cosas en silencio como ladrones en la noche.


COMENTARIOS

#ambiente #drogas #psicodelia #hippies #inestabilidad

La reconstrucción de ambientes entraña un ejercicio de la memoria en la que se aúna una reflexión sobre el yo que fuimos, pero también el mundo que nos rodeaba.

El cuento refleja un momento en el que el protagonista tiene una considerable riqueza o sobreabundancia de relaciones: lo contrario al mundo empequeñecido y limitado de la enfermedad mental. Al visualizarlas y clasificarlas en esquemas (compañeros especiales, amantes ocasionales, parejas, enamoramientos, conocidos importantes) revivimos el trabajo de interrelación y sus métodos.

En el cuento surgen dilemas morales en relación al cape diem, la importancia del momento, las oportunidades que cogemos y las que perdemos.

Un grupo de amigos están haciendo un curso y surgen parejas. A causa de una noche loca La Pachulí se queda embarazada. Su amigo Fran la quiere ayudar y se citan para ir a un centro de abortos. Fran espera en un bar, en el que casualmente entra Mike Jagger con el que hay una corriente empática de respeto mutuo, aunque se crea un tumulto de fans al no tardar. Sale afuera después de que pierde la cartera y Mike le paga la consumición, y se encuentra con la “Descarada” con la cual se entretiene bromeando. La Pachulí les ve tan entretenidos que decide ir sola a la clínica. La descarada, a pesar de tener pareja, le sugiere ir al piso de Fran, y ahí hay ‘tema’ aunque llama al timbre Helena, que le había dicho que vendría un día con un ramo de violetas si se decidía por él. Fran mira por la mirilla, pero no puede abrirle y acaba la noche con la Descarada.

Las relaciones en el cuento son caóticas, azarosas, frágiles. Los personajes no acaban de encontrar el camino y toman bifurcaciones improvisadas.

En medio de la inestabilidad suceden cosas inverosímiles (encuentro con Mike Jagger, lance amoroso con la Descarada, Helena se decide un mal día), en las que los personajes son arrastrados por un curso turbulento de la vida. Aunque quieren tomar el control (Dejar la Pachulí una relación que no funciona, fraguar la nueva relación de Fran y Helena) fuerzas oscuras lo impiden (un aborto, dejarse llevar de una relación ocasional). Orden y caos combaten sin saber hacia donde conducirá el resultado.


NOTAS TÉCNICAS

1 Disgresión sobre nombres y motes que recibimos en distintos ambientes. Se pide que los presentes mencionen ejemplos propios de este fenómeno con la idea de socializar el cuento (algo así como si el protagonista fuera cualquiera de los oyentes con un apelativo diferente).

2 El público es convocado a añadir indumentaria de su cosecha: abalorios, flores, signo de la paz…

3Colaboran los presentes con términos distintos para darse cuenta de algo, como si las palabras que encontramos entre todos revelaran un una aparición.

4El narrador puede hacer aquí una digresión de qué estamos hablando de anti-sistema, (Marcuse, Berkeley, movimiento anti-vietnan, contracultura..) trayendo a colación la diferencia entre< estar fuera del sistema, por pobreza, enfermedad mental o prejuicio, y querer vivir deliberadamente al margen del sistema social actual, en un intento de vivir en una sociedad o comuna alternativa.

5Paradoja remarcada con énfasis paralizando al oyente que siente lo inexplicable como un fenómeno filosófico insondable.

6Estupefacto, atontado… y otras maneras de describir añaden los oyentes para aumentar el efecto sorpresa a fin de que la emoción prolongue el hecho fulgurante de la aparición de Helena.

7El narrador pasea en puntillas por la sala simulando ser el personaje.

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