Pisotón a un Hare Krishna
Remi iba algo distraído por la calle pensando en los múltiples asuntos, que coleaban en su mente como siluros en una charca estancada. Que si el jefe no le tenía en cuenta como merecía, que si los compañeros abusaban de sus ganas de caer bien pidiéndole favores y cargando en él más tareas de las que le tocaban, que si le ayudaban poco o que sus ideas no se tenían en cuenta y sobre todo, se preguntaba por qué Marta prefería salir con Roberto a todas luces un inútil, un borde con los compañeros, sin espíritu creativo, mentiroso y un cobarde1.
Caminaba tan absorto en las preocupaciones que desatendía su navegación como si condujera el barco al puerto de todos los días aturdido o dormido. Así se explica porqué últimamente se habían multiplicado los incidentes: había chocado contra una farola, contra el vidrio de un escaparate, con un carrito de bebé, con un repartidor de Amazon, tirando los paquetes que llevaba al suelo, con una anciana que le carrañó severamente, con un pilón y con un parterre2.
No es de extrañar que también ese día pisara sin querer a un señor vestido con túnica naranja que parecía de la secta de los Hare Krishna. Le propinó un pisotón creyendo que su pie era un bordillo de esos resbaladizos en los que hay que asegurar con firmeza la pisada para no resbalar.
A diferencia de los reproches educados que en otras ocasiones le habían propinado por sus despistes el seudo Hare le espetó:
-DENIGRATA EST MALEDICTIO ANIMAN TUAM!3
La verdad es que a Remi le sorprendieron mucho estas palabras misteriosas qu e debían ser algún maleficio cabalístico que se pronunciaba en la secta en situaciones muy especiales de ataque a lo más sagrado de su religión.
Se deshizo en disculpas particularmente largas y minuciosas con aires de ceremonial soteriológico, por si acaso:
-Perdonará usted mi torpeza. Siento muchísimo EN EL ALMA, mi imperdonable descuido y le ruego encarecidamente que me perdone si le he molestado o ofendido. Desde luego NO HAY PERDÓN por el daño que le haya podido ocasionar. Si usted lo requiere le puedo acompañar al médico para que le inspeccione la contusión bajo mi responsabilidad y pagando los gastos. ¡Me siento acongojado por este incidente bochornoso e imperdonable!
-Ahí es nada!! Ya verá, ya, el disgusto que tendrá! -le dijo con sorna y de forma un tanto críptica el Hare Krishna.
Pasados unos días tuvo una pesadilla en la que se le rompía y caía al suelo el dedo corazón. Esa mañana al llegar al trabajo los compañeros de oficina le indicaron amablemente la anomalía en cuanto le vieron colgar el abrigo en el perchero.
-Remi, ¿qué te ha pasado? ¿por qué te falta del dedo corazón?
Como Remi era un tanto tímido y no le gustaba llamar la atención, ni dar pena, ni preocupar a nadie, aceptó la desgracia a la velocidad que sólo tiene quien está acostumbrado a que le pase de todo. Quiso quitar hierro al asunto y zanjar el asombro y la preocupación.
-No os preocupéis… es sólo un dedo de la mano izquierda. Ya me he acostumbrado… Por cierto ¿alguien podría ayudarme a guardar unas cajas en el el almacén?
Lo compañeros se dispersaron, alegando asuntos urgentes que les reclamaban, no fuera que les cogiera de voluntarios ayudantes.
Otro día se despertó sin el dedo meñique, con la consiguiente sorpresa o sospecha de que tuviera algún tipo de enfermedad degenerativa o lepra que le provocara perder trozos del cuerpo. Para salir del paso rellenó un guante con algodoncillos para disimular los dedos desaparecidos.
-¿Por qué llevas guante todo el día? -le preguntaban cuando se lo cruzaban.4
-Es porque me gusta mucho Michael Jackson -contestaba, evasivo.
A la hora del almuerzo Marta le vio buscando afanosamente algo por el suelo
-¿No habrás visto por casualidad una nariz? -le preguntó Remi, dándole la espalda.5
-Por qué, ¿falta alguna? -le preguntó ella, preocupada.
-No, no -aseguró Remi, en vez de convocar su ayuda con el verdadero “sí, sí” – Es una broma tonta que me he permitido -aseguró, tapándose la cara para que ella no le viera.
-¡Encima te ríes! ¡Si piensas llamar la atención con esas bromas tontas, vas listo! -le contestó ella malhumorada.
Otro día llegó Remi con una pierna de palo como si fuera un pirata.6
-¿Qué le ha pasado a tu pierna? -le preguntaron alarmados los compañeros.
-No -o sea sí-. Un pequeño esguince. Tengo la pierna doblada hacia arriba para que no se golpee, por eso me ayudo con un palo.
-Qué raro, nunca habíamos visto que se pudiera doblar tanto una pierna -le objetaron con cierta ironía, desconfiando de la explicación o recelando que estaba negando la anomalía flagrante.
Cuando acudió al trabajo sin las dos piernas, caminando sobre los muñones le decían al verle7
-¡Qué bajito se te ve! Pareces medir un metro menos…
-¿Por qué decís eso? Yo siempre he sido así. Reconozco que algún día he venido con zapatos de suela gruesa y por eso quizá ha podido parecer que soy más alto de lo que soy…
Los compañeros le dejaron por imposible de razonar y avenirse a reconocer la evidencia.
Lo peor ocurrió con el agujero en el pecho que, por supuesto, llevaba tapado.
Si alguien la daba un golpecito de ánimo en la espalda, antes de que se notase que se hundía la mano en el cuerpo y saliese por el otro lado, “se tiraba” hacia delante intentando hacer ver que el golpe de la espalda era tan fuerte que le arrastraba unos metros.
O si le daban un puñetazo cariñoso en el pecho, esa broma de camaradería que se gastaban entre “machotes”, él se tiraba al suelo simulando caer fulminado y fingiendo estar muerto por el supuesto impacto.8
Finalmente, en mitad de la sala de refrigerio en la que tomaban el almuerzo, su alma blanca se le escapó en forma de humo.9
-¿Quién es el desgraciado que esta fumando?
-!Aquí esta prohibido fumar! ¿é está fumando un puro nauseabundo de olor a azufre?
-Perdonad, pero es polvo… el polvo del camino- dijo Remi, con la primera disculpa que se le ocurrió. Que no por ser la primera era necesariamente la mejor.
Pero la disculpa le salió, en vez de con voz meliflua como de costumbre, con UNA VOZ BRONCA. Incluso al cabo de una pausa, como intentando domesticar un cabreo añadió.
-JODER!!10
Todo el mundo se quedó de piedra, porque en boca del apocado Remi el improperio parecía un fenómeno paranormal.
La transformación del carácter de Remi fue espectacular, por no decir terrorífica, los días siguientes. Cualquier insinuación sobre sus manos, nariz o pies provocaba una rtahíla de tacos.
-JODER! ¡HOSTIA PUTA! ¡CABRONAZOS!11 -Pronunciados con sonidos guturales de poseso. Daba mucho miedo, la verdad.
El grupo, preocupado y aterrorizado 12 decide hacer una colecta para reunir entre todos una suma de dinero para contratar a un nigromante que curara a Remi y le devolviera por lo menos el alma blanca ya que, pensaban que su cuerpo no tenía arreglo, pero confiaban que con alma al menos se pudiera convivir con él.
El nigromante les reunió, mandó atar a Remi a una columna y les pidió que pronunciasen con fe el sortilegio:
-Taka taka, que el alma que se escapa vuelva a casa.
Intrigados por si el ritual había funcionado, le preguntaron cosas a Remi a ver si contestaba con la voz gangosa demoníaca o se había vuelto normal.
-Qué tal estas cuñao..
-Bien, ¡ostras pedrín! -contestó en un tono algo más civilizado.
-Pero ¿estás bien bien? -inquirió Marta.
Remi, evidentemente con el alma blanca recuperada, les dijo:
-Disculpad todos el mal que os he dado. Por orgullo no he querido reconocer que he sufrido una maldición por pisar a un Hare Hare que me ha castigado con pérdidas de cuerpo y alma. Tendría que haberos pedido ayuda y dejar que me la dierais, pero no he permitido que pudierais quererme como se quiere a quien se hace querer. En realidad, he descubierto que sois mucho mejores de lo que creía. He tenido que perder mi alma para que pudierais devolvérmela y reconciliarme con una humanidad que mi ceguera no veía, ¡gracias a todos!.13
Todos le abrazaron, aliviados.
COMENTARIOS
#sagaRemi #pasivo_agresivo #grupo
Remi tiene un comportamiento pasivo-agresivo respecto al grupo de compañeros de trabajo. Rumia injusticias, se amarga y se angustia. En medio de su malestar pisa a un Hare Krishna que le maldice por la ofensa de su despiste.
A consecuencia de la maldición (que representa el deterioro de una enfermedad) pierde trozos de su cuerpo, pero lo disimula o no quiere que nadie le compadezca, a pesar que su deterioro es cada vez más perceptible. No dejarse ayudar o querer es su forma de ‘guerra’ con los demás, y aceptar solidaridad para él sería una derrota.
Finalmente pierde su alma blanca, lo que hace que la rabia interior no pueda contenerse y le surge un carácter bronco agresivo y despiadado.
Los compañeros hacen una colecta para contratar a un nigromante que le devuelva por lo menos el alma blanca y finalmente logran curarlo.
Remi muestra entonces el alma sensible. Confiesa las desgracias que le han sucedido, pide perdón por sus actitudes pasivo-agresivas y este cambio conmueve el corazón de sus compañeros, que le abrazan.
El Remi que calla y rumia y el Remi que se manifiesta, quedan contrastados en la historia, mostrando las desventajas y ventajas de ambas posiciones.
NOTAS TÉCNICAS
1 El narrador pide al público que colabore con más epítetos que puedan definir rasgos negativos de una personalidad (“egoísta”, “déspota” ..).
2 Pedimos que contribuyan los oyentes con ‘accidentes por despiste’ que se puedan tener en la calle (“tropezar un una baldosa”, “caer en una zanja”…)
3En mayúsculas se escribe en lo sucesivo la parte que se ha de ‘marcar’ de forma especial con la voz, a ser posible la misma en todos los términos enfatizados.
4 El narrador se pone un guante blanco.
5 El narrador hace el gesto de buscar una nariz por el suelo, y luego continua la narración con la mano tapando la nariz.
6 El narrador va por la sala con un pierna cogida con la mano.
7 Ahora el narrador va de rodillas mientras cuenta el cuento
8 Ejemplificamos ambas reacciones ‘histriónicas’ del personaje.
9 El narrador tira un puñado de harina en medio de la sala para simular la pérdida de alma blanca.
10 En este momento nos acompañamos de una voz realmente demoniaca, para crear el mismo impacto que tienen los compañeros de trabajo con esta trasformación de Remi.
11 El público ayuda con algún que otro insulto la supuesta ‘falta de vocabulario’ del narrador al respecto.
12 Pide el narrador participación colectiva en el estado de ‘terror’ (“alarmados”, “asustados” …)
13 Se dirige con sentimiento trémulo a los oyentes. Los voluntarios que quieren le abrazan.