Persecución Fibonacci
El Reko fue quien planificó con toda exactitud el golpe a Almacenes Giró, que guardaba en la caja fuerte las nóminas del mes para los trabajadores a destajo a los que se pagaba en efectivo.
Calculó que el guarda iba puntualmente al WC a las 9:30h de la mañana y permanecía en sagrado menester durante cinco minutos exactos. Es lo que tienen los rituales, que uno los adquiere y luego se pegan de tal modo que no se pueden soltar con facilidad. Además en ese momento la mayoría se iba en las furgonetas de reparto o desayunaba en la sala de maquinas expendedoras de café y refrescos. Por un ratito la oficina quedaba prácticamente deshabitada..
Pero resultó que al llevar la saca al buga se tropezaron con la amarga sorpresa de que los del Meca estaba detrás del mismo botín y al ver que los del Reko les habían hecho el trabajo por adelantado decidieron robar al ladrón, por aquello de los mil años de perdón.
Cuando El Reko tuvo en el pecho la pistola de la Ruba, un escalofrío recorrió su cuerpo al verla a ella con la banda del Meca, en vez de compañera de batallas como antes y no pudo evitar –lo que tiene tal vez la sorpresa cuando se produce por la mano armada de alguien a quien has amado- que su corazón se acelerara por la repentina proximidad de los cuerpos, el cruce sinuoso de las miradas –que todo lo pueden decir sin decir nada- y hasta su piel se erizó como gata en celo.
-Venga. Nos piramos ya, Ruba –les despertó del acto no se sabe si de crueldad o de amor, la voz bronca del Guille.
Salió el primer coche del Meca disparado y enseguida la banda del Reko se montó en el Córdoba para perseguirlos y recuperar lo suyo, que no era suyo por otro lado.
Los del Meca cogieron un desvío comarcal en cuanto pudieron, intentando dejar en la autovía a los perseguidores, que al adivinar la jugarreta no se dejaron engañar por la treta del despiste y les enfilaron por atrás de nuevo. El Meca intentó zafarse yendo por un camino forestal en bastante mal estado, con vistas a que la polvareda, las piedras, las estrecheces del camino o la poca preparación del coche de huida para ese terreno dejara tirados a los perseguidores.
Por un momento pensaron los del Meca que se habían liberado. Pero no era lo que parecía. Reko había preparado una treta definitiva. Se había adelantado por un desvío que tenía atajo y había colocado una cinta mata ruedas con clavos para que pincharan y los esperaron agazapados en el recodo a pocos metros, ocultos tras unas matas.
A veces ocurre que lo que sucede no es lo que se espera.
Por lo visto los del Meca se habían quedado tirados en una zanja llena de barro y sintiéndose seguros al no ver ni oír a los que les seguían, se atrevieron con total descaro a avisar a la grúa del pueblo cercano que por suerte acudió a la velocidad del rayo. Mientras los del Reko en su escondite de celada esperaban … esperaban y desesperaban de tanto esperar. Por fin los divisaron guiados por la grúa que les había sacado de la zanja.
Retiraron los clavos y Reko decidió seguirles en solitario pensando que con uno era suficiente mientras los demás se adelantaban hasta la salida a la carretera por donde tarde o temprano tendrían que salir.
Conforme Reko se acercaba acortando distancias, divisó que el coche remolcado tenía instalados en la parte trasera un par de tubos incrustados uno en el otro que parecían ser un bazoka.
-¡Acércate si te atreves! –le gritaron- Y verás que zambombazo!.
No sabía Reko si era un truco o era verdad y los siguió en el Córdoba a prudente distancia sin saber cuándo ultimar. En el seguimiento la cabeza de la serpiente perdió de vista la cola en varias ocasiones en las curvas. Reko estuvo a punto en alguna de las maniobras de recuperación de distancias, de saltar por los aires dando voltereta, pero su habilidad para reconducir el caos e improvisar movimientos geniales eran proverbiales y acordes con su bien merecida fama de maniobrero.
Aceleró para volverlos a pillar, pero sin darse cuenta entró en un desvió sin salida, en un cul de sac. Iba tan rápido que por poco chocó con la caravana, que se le quedó como quien dice a filo de cara.
Ahí lo cogieron.
Reko no sabía si le iban a matar o qué, pero él tenía arrojo y acatamiento de lo que pudiera pasar, si no se podía evitar y algunas esperanzas de estar cerca del cruce en el que estarían esperando los suyos. La grúa salió pitando con el coche de los Meca colgando, no fuera que acabara involucrada en tiroteos de bandas.
“Su chica”, La Ruba, le ató las manos y se rozó cuerpo a cuerpo con él gracias a un gesto que requería la maniobra técnica de apretarle la corredera del plástico.
-El plan es quedarnos con su Córdoba, bajar a la salida de la comarcal y antes de llegar dar un rodeo para coger al resto por sorpresa y liberarnos de la pesadilla… -sugirió el Meca-.
La Ruba y el Reko iban por el corredor de la muerte hablando de sus cosas. Aclararon el episodio de la cárcel cuando Reko le dijo que no la quería para que no la esperara, pero no porque no la quisiera, sino porque el querer es tan retorcido que se puede convertir fácilmente en otra cosa estando separados por las rejas.
-¿Dónde están tus compañeros? –le preguntó La Ruba -.
-Los abandoné para ir por mi cuenta. No los encontraréis nunca –le contestó Reko, elusivo, arrastrado por su nobleza.
-¡Mentiroso! ¡Rata!
Reko supo tras las aclaraciones confesadas y el rato que llevaban caminando alejándose de todos, que en realidad el verdadero fin que perseguía Ruba en vez de ejecutar sentencia era rasgar sus ataduras y en el bosque escapar juntos.
-¡Mejor!, que se vayan. Así seremos menos –dijo con rencoroso desprecio Guille, viendo que pasaba el tiempo y no regresaba Ruba-.
-¿Pero y si El Reko la ha empujado a un barranco¿ ¿y si tenía oculto un cuchillo en la bota? ¿Le habéis registrado alguno? –objetó El Kelo.
-Yo solo le quité la pistola –aclaró Mangui.
-A lo mejor tenía otra arma,…. o el arma de la seducción –insistió El Guille.
-¿Con Ruba? -dudó Mangui -.
-Ruba es mucha mujer a veces, con su corazoncito. Creo que habían salido juntos. -aseguró El Guille-
-Pero, ¿Y si nos traiciona? ¿Y si tiene un plan para quitarnos lo nuestro? –planteó el Kelo- porque por la hora que es tendremos que dormir por aquí a la intemperie y no tomar la salida por si nos esperan.
-No seas plasta! –¡Vámonos por el lado contrario y que les den a todos! –sentenció Meca.
Se fueron con la cabeza gacha, como si obedecer fuera al final la mejor solución ante la confusión.
COMENTARIOS
#sagaMeca #lealtad #reglas #amor #cambio
Acuden a robar a un mismo sitio dos bandas rivales. Una se ha adelantado y la decide robar al que ha robado, lo que inicia una carrera de huir y perseguir al que huye. El perseguidor en este caso no es la policía, como sería lo lógico, sino el grupo que hizo el trabajo y al que han quitado el botín de las manos. Un contravalor -robar- se vuelve contra sí mismo al ejecutarse por manos rivales.
En el asalto de la banda del Meca a la banda de Reko, quien les quita el botín esgrimiendo la pistola es la Ruba, que antes estuvo enamorada de su víctima, el Reko. Aún en medio de la fría funcionalidad de un atraco surge la chispa del recuerdo amoroso de lo vivido juntos como pareja en otro momento histórico de la banda de Reko.
En los caminos polvorientos huyen y se persiguen. Reko les pone una trampa y les sigue a prudente distancia, pero entran en una camino sin salida y ahí lo atrapan y los de la banda del Meca le encargan a Ruba ejecutar al Reko.
En el camino le cuenta la última confesión de amor Reko, diciéndole que nunca la dejó de amar, que le dijo que no la quería cuando entró en la cárcel para darle libertad de vivir sin esperarle, por generosidad. Ruba se conmueve y deciden huir juntos. Los enamorados han superado la oposición funcional de las bandas a las que pertenecían para buscar un destino propio. En el triunfo del reconocimiento y del afecto sobre las diferencias.
Aunque las bandas tienen sus propias leyes y lealtades, por ejemplo cuando Reko no descubre el paradero del resto de su banda ni siquiera a Ruba, son capaces de superarlas para dar nacimiento a una relación nueva por así decirlo, contracorriente.
Las bandas representan la vida anterior de los oyentes y la lección del cuento es que hay fuerzas creativas como el amor capaces de proporcionar un cambio significativo.
NOTAS TÉCNICAS
A fin de hacer más compresible el desarrollo de la trama nos acompañamos de croquis en la pizarra de las evoluciones de los acontecimientos.
Los miembros más avezados en teatro y bandas representan la escena del atraco al Almacenes Giró, y la llegada de la banda de Meca -qué hacéis aquí, aquí no pintáis nada…, quien os manda chafarnos el plan, quien se ha chivado… etc. –
Algunos momentos los ejecutamos a cámara lenta como un teatro ‘no’ japones, apuntar con la pistola, mirar a Ruba con asombro, apoyar el cañón de la pistola por la espalda, cogiéndole un hombro. De esta forma el espectador tiene tiempo de captar la magia dentro de la tragedia del momento -mediante congelación de sentimientos y gestos-. Tiene un tratamiento similar la escena de atar por atrás a Reco, rozándole de costado, también a cámara lenta.