La alfombra perfecta

La alfombra perfecta

Representado por Luz Moreno

Abderramán Kabuk era un maestro en el arte de fabricar alfombras. Nació y vivía en la región de Capadocia1. Con grandes dotes y habilidades para fabricar alfombras turcas, combinaba el arte más antiguo con las matemáticas. Igual sucedía con su vivienda, una cueva en los montes capadocios, conjugaba lo tradicional y lo moderno ya que, si bien por fuera su vivienda parecía rústica, por dentro gozaba de todas las comodidades de hoy en día.

Las teorías matemáticas en las que fundamentaba su trabajo eran: el teorema de Gödel, por el que mediante la aplicación de procedimientos recursivos y siguiendo la secuencia de Fibonacci conseguía unos dibujos perfectos y equilibrados; también se basaba en las texturas fractales para lograr una combinación de colores pura y adecuada a los cánones del Islam; por último, seguía el teorema de Napoleón: si se juntan los centros de cada lado de un triángulo equilátero resulta otro triángulo equilátero. 2

Combinando estas tres teorías logró crear una máquina programada para tejer la alfombra perfecta.

Consiguió realizar alfombras tan armoniosas y de tanta calidad que pronto se dio a conocer en el país y sus ventas se expandieron a Occidente, incluso tejió una gigantesca para el presidente rumano Ceaucescu.3

Su máquina creaba expectación y eran muchos los niños y mayores que se asomaban a su taller para admirar aquel prodigio. Sin embargo tanto sus colegas de profesión como sus aprendices le rehuían, le hacían el vacío e incluso boicoteaban su trabajo4. ¿Por qué hacían esto? Todo tenía una explicación y era que su sabiduría estrafalaria, demasiado brillante para la inteligencia del resto de sus colegas, generaba rechazo, no era comprendida, pero ¿se merecía este trato Abderramán Kabuk?

Por aquella época tomó a su cargo un nuevo aprendiz pipiolo llamado Hamuk, que al contrario de sus compañeros, que se alejaban cada vez más, mostró gran interés por la persona de su maestro y por sus trabajos matemáticos.

Kabuk consiguió crear la alfombra perfecta, aquella cuya textura, color y diseño proporcionaban tal energía, que si la pisaba alguien que iba acelerado por las cuestiones cotidianas de la vida, le desaceleraba inmediatamente, proporcionando relajación y serenidad…. Incluso suavizaba las expectativas de los dilemas y problemas, relativizándolos y poniéndolos en el presente. A menudo Abderramán y Hamuk discutían sobre la alfombra perfecta. 5

Un día, en el que Kabuk le explicaba un pasaje intrincado a propósito de la recursión finita, su alumno se desmayó sobre la alfombra y su cabeza fue a parar a uno de los triángulos de Napoleón. Estuvo inconsciente durante un tiempo, casi al borde de la muerte y cuando se recuperó Hamuk aseguró que había visto la luz, a lo cual el maestro contestó: “no es la luz la que mata”.

A partir de ese momento Kabuk empezó a tratar a su discípulo como a un adulto, creándose una sinergia entre maestro y aprendiz que podría llamarse afecto, simpatía, feeling6 Y el maestro le hizo partícipe de sus propias vivencias teosóficas sobre la luz a través del relato de su propia vida:

Luz amarilla. Cuando era niño en su casa escaseaba el dinero, las bombillas que alumbraban eran antiguas y daban una luz amarilla, tenue y desgastada que él relacionó para siempre con el amor de su madre.

Era buena mujer pero sólo le demostró cariño cuando él hacía lo que era importante para ella, como ir limpio, portarse bien, ser sumiso… premiaba solamente esto sin valorarle por quién era él en realidad, saber cuáles eran sus sentimientos y sus preocupaciones en la vida. Ese afecto no era fructífero para él siendo un Amor Amarillo: aquel que confunde, que te impide saber si las cosas son ciertas o con el que aprendes a no querer del todo.

Luz verde. Este es el del primer amor, las primeras miradas intercambiadas tímidamente con la hija del sastre, Fátima, emociones a distancia, más imaginación que realidad, un flirteo que la propia Fátima, para no parecer una cualquiera, una fresca…,disimulaba, haciéndose la indiferente. Justo cuando hubo más acercamiento y ya se pudieron rozar levemente al pasar llegó la noticia de que Fátima se iba a casar con un rico comerciante de ganado.

Amor verde por inmadurez, por inexperiencia, torpeza, no saber qué y cómo hacer.

Luz roja. Milanar Berian era el nombre de una joven hija de comerciantes de alfombras muy afamado. Ella estudió en Francia, era atrevida, hasta fumaba, decía lo que pensaba y vestía de una forma estrafalaria, particular, sin tener en cuenta seguir modas ni cánones. También era artista, pintaba cuadros y alguna vez había preparado algún boceto para alfombras y hacía lo que le venía en gana sin dar cuentas a nadie.

Le profesaba un amor incondicional, total y absoluto. Aceptaba sus teorías con sumo interés. Escuchaba horas de charla con la misma atención del primer minuto. Le hacía sentir valioso, atractivo e irresistible hasta el punto de que su pasión era desbordante y hacían el amor constantemente. Además de la unión de sus almas les unían el entusiasmo por la exaltación por la obra de arte perfecta y por supuesto, las teorías matemáticas.

Bien es verdad que le costó enamorarla porque cuando se conocieron Milanar estaba prendada de otro hombre, uno totalmente diferente, un atleta promesa olímpica.

No escatimó en la siembra de palabras en el campo receptivo de Milanar el poco valor de la belleza, la simpleza de lo aparente frente a la importancia del alma, como uno podía estar ciego fijándose solamente en la belleza exterior y no ver la interior… y consiguió su objetivo.

Pero cuando el amor se fuerza al principio, luego puede pasar cualquier cosa. Y así fue. Cuándo algún tiempo después Fortuny visitó Capadocia buscando la influencia oriental y árabe en sus diseños, de ahí la famosa lámpara de Fortuny, Milanar tuvo la oportunidad de conocerle y quedó eclipsada por él, abandonando de inmediato, dejándole aplastado, anonadado y estupefacto… 7

No comprendía que su relación pudiera terminar así, algo tan profundo, tan enorme.

No se lo podía creer y cayó en un estado lamentable, perdiendo el apetito y el interés por el trabajo, del que se hicieron cargo los pipiolos que terminaron estropeando la máquina de Gödel. Un día debido a la debilidad por el ayuno se desmayó y su cabeza fue a parar a uno de los triángulos de Napoleón.

Sobre la la luz negra desde su caída napoleónica fue desgraciadamente Hamuk el testigo que recopiló su esencia:

Luz negra. En ese momento vio las luces: amarilla, verde y roja que se juntaron convirtiéndose en una especie de luz negra o más bien un agujero negro en el que está desde entonces, muerto en vida. Se pasea como un alma en pena, como pasmado, lelo…8

Hamuk le sustituyó en su trabajo utilizando sus técnicas matemáticas de una forma inteligente puesto que también supo permanecer cerca de los aprendices, teniendo en cuenta su opinión. Aceptaba sugerencias y hacía concesiones a los gustos populares y conseguía por tanto un equilibrio en el equipo de trabajo a pesar de que las alfombras que salían del taller no resultaran tan sublimes. En cambio se vendían más en el bazar.

Al ver el estado de su maestro, que apenas participaba en los diseños y se limitaba a menear la cabeza melancólicamente, mecido por un espíritu peregrino y un ensueño sublime que le llevaba a lugares inexistentes, no podía evitar darle consejos.

-“Maestro, por qué no sales a caminar una hora cada día, que te dé el aire; maestro, por qué no vas a nadar al río, te sentaría bien, por qué no juegas a las damas, te entretendría, por qué no diseñas un nuevo modelo, por qué no decoras la cueva, por qué no madrugas un poco más en vez de dormir tanto, por qué no te bañas más a menudo…”9

– “Maestro, ¡vuelve a la vida! ¡¡vuelve a la vidaaaaaaa!!”10


COMENTARIOS

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En la relación de aprendiz-maestro se crea una suspicacia. Hacia el Maestro que se le ve como superior, pero tiene un peso que aplasta a los demás, les hace indirectamente mediocres, cosa que los “alumnos y colegas” prefieren evitar. Del Maestro hacia sus alumnos es otra suspicacia simétrica: le parece que no le respetan, valoran o veneran como quisiera. Se afana en dar al que, abrumado, no quiere recibir.

El consejero proporciona sugerencias técnicas y de principio que en parte hieren la sensibilidad del que los recibe a pesar de las virtudes que tengan, simplemente por darse desde la diferencia.

Hamuk en cambio es el prototipo de alumno que recoge lo positivo del maestro sin sentirse disminuido por ello, seguramente se siente valorado y apreciado por su maestro a pesar de las diferencias. Aumenta el caudal de su propia creatividad de una manera fructífera.

En las alfombras de Abderramán las figuras fractales, los trazos recursivos y los triángulos napoleónicos tienen la capacidad de serenar el ánimo inquieto con su paz geométrica.

Incluso los que caen desmayados o moribundos adquieren en ellos una muerte de un ser pero se transforman en otro.

Los colores básicos de la las alfombras reflejan las edades de la vida. La luz verde, amarilla y roja simbolizan distintas aproximaciones al amor. El amor más perfecto de Milanar, como los triángulos cabalísticos oscuros, tiene en su origen, por así decirlo, el destino de su fin: inicio forzado, final abrupto en el que se da rienda suelta a la pasión que se intentó domesticar.

La luz negra es la de de la derrota. El espíritu fructífero de Abderramán que lo hizo tan famoso ya no brilla. El agujero negro: en el que hasta la luz queda atrapada.

El estado de silencio, los que le rodean le interpelan llamándole de nuevo a la vida, como si sin enemigo no pudieran ellos tampoco vivir del todo, proponiéndole en vano actividades de ocio para resucitar.

T.O.

Trabajamos ideas: la búsqueda del equilibrio y de la perfección; el rechazo por lo diferente o superior; importancia de la serenidad para resolver problemas; distintas formas del amor a lo largo de la vida; la frustración llevada al extremo.


NOTAS TÉCNICAS

1Se han preparado imágenes ilustrativas para ambientar la narración.

2Estas estructuras matemáticas se pueden explicar a modo de digresión, aunque en nuestro caso no fue necesario debido a que las actividades y talleres que llevan a cabo los participantes de la actividad, personas sin hogar con enfermedad mental grave, están estructuradas en “semanas temáticas” en las que las habilidades sociales, taller cognitivo, cuento, exposición audiovisual, etc. tocan distintos aspectos del tema principal y han tenido semanas dedicadas a Fibonacci (ver “Persecución Fibonacci” pág. 341), Gödel y los triángulos de Napoleón (pág. 429), por lo que estas referencias son ‘repaso’ de lo ya tratado en otras ocasiones.

3 Comentamos la historia de la construcción fastuosa del Parliament de Bucarest.

4Se tiende una alfombra cualquiera en el suelo y los oyentes pasean alrededor y emiten alguna opinión crítica (“demasiado moderno”, “la encuentro fría”, “es poco armónica” “es demasiado occidental” “es fea”… ) y así van opinando colegas y aprendices. Dando cuerpo y voz al desprecio envidioso.

5En esta ocasión los oyentes hacen de seres trastornados que se retuercen de angustia. Están muy acelerados o inquietos y al pisar la alfombra perfecta se desaceleran, se tranquilizan y adquieren paz interior. De esta forma practican pasar de un estado alterado a uno pacífico gracias a la supuesta alfombra mágica.

6Contribuyen varios de los presentes a nombrar estados positivos entre dos personas.

7 Repetimos una vez mas la lista aprendida de estos estados de ‘estupefacción’.

8Los presentes contaminan el relato con expresiones similares para reforzar el negro final de Abderramán.

9 Los participantes colaboran aquí aportando “soluciones” al embotamiento nacidas de los consejos que ellos mismos suelen recibir (“por qué no haces cursos, por qué no sales más con los amigos…”)

10 Especie de advocación o mantra que el narrador repite con voz espectacular dirigiéndose al supuesto maestro dormido representado por algunos oyentes a los que se les podría hacer esta llamada a despertar.

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