Hombre multiplicado
Felipe estaba un día contemplando el paisaje, mano sobre mano, cuando de pronto, al levantar la derecha para atusarse el flequillo, se quedó pasmado mirando la izquierda. La encontró de pronto absurda, disminuida e inútil. Tal vez fuera por su forma de mirar “desde afuera”, jugando a que no sabía qué se podía hacer con esa mano, como quien observa una película sin voz o un baile sin entrar en él.1 El caso es que le preguntó a su amigo Elías, que pasaba por leído y sabio
-¿Por qué usamos preferentemente un sola mano en vez de las dos por igual?
Más que el por qué, el amigo le contó como desde la antigüedad se había intentado prolongar el poder de la mano mediante un instrumento y que eso había evolucionado en una predominancia cerebral. Que en la antigua Roma se hablaba de la diestra y la siniestra como repartiendo categorías conceptuales distintas: fuerte-débil, de buen o mal augurio, femenino-masculino y que tenían la concepción de que la siniestra representaba el lado peligroso de las cosas, el lugar donde los augures veían la suerte aciaga. Incluso le recitó el verso del poema del Mío Cid que decía:
Allí piensan de aguijar, allí sueltan las riendas
A la exida de Vivar ovieron la norneja diestra
E entrando a Burgos oviéronla siniestra
Felipe decidió investigar por su cuenta la posibilidad que barruntó como solución al problema de la predominancia de mano explorando la posibilitad de poder producir el doble sencillamente usando ambas manos a la vez.
Comenzó estudiando técnicas de ganancia en los asuntos cotidianos. Mientras con la derecha se lavaba el pelo con champú, se mojaba y enjabonaba el resto del cuerpo con la izquierda. Cuando recogía con una mano un vaso con la otra un plato. Con una ponía una rebanada de pan en la tostadora mientras sacaba el aceite de la alacena con la otra. Si comía una tostada con una, ponía café, azúcar y leche con la otra y lo mezclaba todo con una cucharilla. Se ponía la camisa con las dos mangas a la vez.
Aunque a veces tenía que pensar cómo hacer para hacer el doble. Aún perdiendo tiempo en planificar ganaba en resultado final.
Se ayudaba, para reforzar los nuevos comportamientos con una cancioncilla machacona:
“Izquierda, izquierda, derecha, derecha, delante, detrás, un, dos, tres”2
En otro ámbito de cosas aprendió a escribir bien con la izquierda, como quien aprende el método ciego de escribir a máquina, hasta lograr redactar dos cartas a la vez con asuntos diferentes o dos tareas cualita-tivamente distintas, como dibujar un croquis y realizar unas sumas. Bastaban movimientos oculares rápidos y la mano volaba una vez entrenada. Logró trabajar en dos ordenadores a la vez, atornillar y desatornillar con ambas manos, apresar y soltar, empujar y estirar de forma síncrona en paralelo.3
No se acompañaba esa productividad prodigiosa con aires de angustia, sino que había llegado a duplicar sus actos con total parsimonia y aparente serenidad.
Comenzaba a salir con amigos buscando el amor y la fuerza de la casualidad y la debilidad de la selección natural había reducido su campo de posibles a dos chicas que le gustaban. Teresa la dulce y Laura la pasional. Las dos le encantaban por razones diferentes, una por su sensibilidad, amabilidad y tranquilidad y la otra por la capacidad de apasionarse, asombro y acción.
Pasaba con ellas como con el desequilibrio inarmónico de las manos. Cuando estaba con Teresa se aburría un poco, se encontraba falto de estímulos, frenado y echaba de menos a Laura, pero cuando estaba con Laura tenía ganas de descansar del ritmo frenético, de la necesidad compulsiva de divertirse y añoraba la tranquilidad de Teresa.
No se decidía del todo y si lo hacía se arrepentía enseguida.
Esta situación de duda se vino a resolver en cierto modo al heredar un local céntrico que le permitió recibir una renta sustanciosa de unos inquilinos que regentaban un negocio afamado y que pagaban religiosamente lo estipulado.4
Optó Felipe por dividir los ingresos en dos vidas paralelas como manos que saludaran a la vez o que pulsaran escalas musicales distintas a un mismo tiempo. Con Teresa decidió trabajar de 8 de la tarde a 9 de la mañana, con fines de semana intermitentes de guardia como encargado de una fábrica de frenos. Tuvieron un hijo, Javierito, sano y vivaracho.5
Con Laura decidió trabajar de 10 a 7 , con parada para comer en la misma empresa . Tuvieron a Laurita, muy cariñosa e inteligente.
Cada vez que decía que iba o que venía y cada vez que explicaba apuros, peleas, buenas o malas noticias lo hacía con tal consumado arte de simulador que sabía ofenderse, reírse o amargarse de una forma tan convincente que de paso le regalaban un consuelo compensador de penas.
Dibujó un catálogo de personajes, el compañero abusica Ernesto, el gruñón Juan, el pesado de José, el hijoputa del encargado, el Jefe de sección que siempre le estaba felicitando y le pasaba un sobre bajo mano de tanto en tanto como plus de productividad por sus habilidades a dos manos y nunca presentaron sus historias fisura, incoherencia o absurdidad alguna que hiciera sospechar la mascarada.
Tenía algunos problemillas eróticos, pero no por verse en la tesitura de hacer el amor con dos mujeres a la vez en el mismo día como podría pensarse, sino por cómo era cada una.
Teresa era tan dulce que le ponía nervioso tener que estar frenándose para no asustarla y cortarle la excitación a la menor señal de impaciencia o brusquedad. Muchas veces tenía que dejarlo, totalmente desinflado y despistado por la lentitud, alegando cansancio o problemas de humillación con el encargado.
Laura era tan pasional que por momentos lo que debía ser un placer se convertía en un trabajo arduo, en algo compulsivo, mecánico y forzado. No se quería quejar Felipe, pero poco a poco el amor derivaba hacia una especie de prostitución consentida.
Un fin de semana que le tocaba con Laura fueron al cine a ver Emmanuel. Felipe quedó impresionado por la propuesta del marido libertino, que la entregaba en manos del Gurú, y mientras ella pensaba que las relaciones serían con un maestro en posturas y ritmos en cambio la hacía bajar del coche y la entregaba a uno cualquiera, la daba como premio al vencedor de una lucha y la llevaba de experiencia en experiencia, hasta que finalmente sí podían tener relaciones maestro-alumna mediante el “secreto imaginario” de utilizar los recuerdos. Los cuerpos eran como ladrillos de la excitación que permitían que cada vez la relación sexual fuera todas las relaciones sexuales juntas, tanto las de uno como las del otro, personas reales que se irrealizaban en el imaginario erótico.
Le resultó muy instructivo, porque cuando le tocaba a Teresa, en la lentitud de las caricias se imaginaba escenas morbosas con Laura para no bajar la libido y potenciar cada minúsculo contacto con la yema de los dedos con la piel. En cambio cuando estaba con Laura enlentecía la pasión imaginando sensaciones sensuales lentas y exquisitas con Teresa, lo que permitía que la exacerbación se convirtiera en punto de contraste
Las vidas paralelas fueron desarrollándose con normalidad dentro de la anormalidad, mientras que las manos al unísono multiplicaban los movimientos y la vida, quitando tiempo por un lado, pero dándolo por otro en cantidad suficiente como que la vida falsa pareciera verdadera.
Javi tenía 17 años y Laurita 15 y comenzaron a llevar vida secreta de adolescentes, acercándose a lo prohibido, ensayando radicalidades en busca de una identidad propia.
Un día Laurita le dijo a su padre:6
-No te asustes que esta noche se pasará un amigo y subirá a mi habitación un rato..
-Bueno, espero que sepáis comportaros -no pudo evitar añadir Felipe, asustado de pronto de la vida amorosa que comenzaba a tener su hija, tan inocente hasta ese momento-.
-Tranquilo que tendremos sexo seguro -bromeó ella, aunque la broma pareció poner lívido a Felipe por no saber a qué atenerse-. No te lo tomes así hombre… -añadió ella, para salvar la situación embarazosa que se había creado-. Solo estaremos un ratito y luego saldremos. Lo hago para que le conozcáis, porque es un amigo muy especial con el que hace tiempo que salgo…
Sonó el timbre y Laurita fue volando a abrir la puerta, cosa de la que raramente se ocupaba y entró con un muchacho tímido y de aspecto agradable.
-Éste es Javier, éste es mi padre.. -hizo las presentaciones Laurita-.
-¿Cómo que tu padre? ¿Qué encerrona es ésta? ¿Qué hace mi padre aquí? -preguntó indignado Javier-.
-¿Y tú Javier qué haces aquí en esta casa? -objetó pasmado Felipe-.
En fin. El desaguisado salió a la luz, las familias se conocieron, los novios dejaron de serlo al conocer que eran hermanos, las mujeres pidieron el divorcio, el juez le condenó por bigamia y le obligó a mantener a las dos familias. Felipe, después de cumplir la condena, tuvo que retirarse a malvivir en un cuartucho alquilado.
Para colmo de desgracias la tienda de toda a vida dejó de ser rentable con la crisis económica y el local no se pudo alquilar con regularidad. Las deudas comenzaron a cebarse en Felipe hasta dejarlo en mínimos.
Una vez que fue al psiquiatra a explicarle sus obsesiones con las manos o mejor, a buscar apoyo en la incomprensión que había encontrado cuando intentó organizar cursos y conferencias en la confederación de empresarios de “Bimanualidad Productiva”, el psiquiatra le pidió:7
-Hágame por favor una demostración de su habilidad a fin de que pueda tener una idea exacta de su alcance –
Felipe dibujó dos mujeres, dos niños, dos casas y dos coches con la izquierda y con la derecha realizó el esquema de pagos mensuales a los que debía atender por orden del juez, los intereses mensuales que le devengaban sus ahorros a plazo fijo y la ocupación media del local al cabo del año. Los negocios no funcionaban y no podían resistir el mordisco del alquiler de una ubicación muy céntrica.
-Veo que sus manos se mueven en paralelo con mucha armonía-. Le preguntó si en alguna otra ocasión le llegó a suceder que una mano no sabía o no se daba cuenta de lo que hacía la otra…, por ejemplo si con una mano pagaba una consumición y con la otra recogía el dinero antes de que lo tomase el camarero.
-Creo que esa situación, déjeme pensar… no creo tener incoherencias que interfieran entre sí, siempre he sabido mantener las paralelas, en la familia, en el trabajo y en el tiempo libre.
-Lo decía más bien pensando en la prescripción, por si pudiera ocurrirle que tomase usted con una mano una pastilla de la medicación que le recetara y con la otra la tirara a la basura antes de que llegase a la boca sin que se diera cuenta de que se había perdido por el camino.
COMENTARIOS
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Felipe se entrena para tener doble productividad en todos los asuntos de la vida, comenzando con el arte de hacer dos cosas a la vez, pero más adelante aplica la dualidad a la pareja, poniendo en práctica el plan de tener dos vidas a la vez en lugar de una.
Compaginando horarios de una forma muy organizada lleva adelante dos familias con hijos de dos mujeres diferentes. Aunque ha tenido la suerte de recibir un local en herencia que le permite vivir de rentas, aprovecha para hacer ver a sus respectivas parejas que tiene falsos turnos de trabajo. El trabajo consiste en llevar una vida paralela.
Mientras que la habilidad de usar las dos manos a la vez es productiva, la de llevar dos parejas a la vez se convierte en un engaño y una crueldad para los que viven en la ignorancia de lo que sucede. La exageración de duplicar -que comenzó con premio, como en las máquinas tragaperras que enganchan a los ludópatas- será su ruina.
Cuando sus dos hijos, sin conocer que son hermanos, se enamoran y quedan para presentarse a los padres, todo el el montaje queda al descubierto y el edificio de doble vida queda derruido. Las partes implicadas le rechazan y denuncian por bigamia.
Tiene dificultades para remontarse. Intenta hacer cursos para empresas de “Bimanualidad Productiva” sin éxito. Finalmente va a parar al psiquiatra que intenta tratar sus delirios de magnificencia con una medicación que ingeniosamente intenta asegurar que Felipe se la tome, insistiendo en que una mano no deshaga lo que hace la otra.
1 Ampliación: Nos podemos encontrar raros y extraños por el procedimiento de ‘mirarnos’ desde afuera, por ejemplo, estamos haciendo el amor con una persona e imaginaos que estamos viendo la escena desde afuera, desde una cámara que gravara la escena: nos parecía algo animal y mecánico, tal vez nos cortaría la libido inmediatamente. Si estamos bailando ‘pensando’ en los pasos que hemos de dar, un dos tres, ya no estamos dejándonos llevar y no disfrutamos de bailar, sino que nos estamos ‘examinando’ si lo hacemos bien y ello nos puede llevar a disminuir el goce de bailar para sustituirlo por la angustia de ver si lo hacemos bien o mal. Si un encargado nos vigila si trabajamos bien, nos equivocamos porque nos pone nerviosos su vigilancia, de esta forma, cuando nos ‘vigilamos’ a nosotros mismos se produce el mismo efecto. Por ejemplo, observamos si hablamos bien o mal y tartamudeamos efecto de la interferencia de vigilarnos de forma antinatural.
NOTAS TÉCNICAS
2 El narrador hace una exhibición cantando la cancioncilla haciendo cosas distintas con las dos manos improvisando situaciones varias (escribir con una mano mientras hace una tortilla con la otra,se afeita con una mano mientras se peina con la otra, etc.)
3 Explicado este párrafo el narrador pide a los presentes que cada uno intente representar cómo sería hacer estas cosas a la vez.
4 Hacemos un ejercicio de implicación preguntando a los presentes qué harían si pudieran vivir holgadamente del jugoso alquiler de un local en una calle céntrica.
5 Elegimos a un voluntario cualquiera para que haga de Javierito en una esquina de la sala. Su otra hija Laurita en el otro lado opuesto de la sala. Las explicaciones de lo que hace Víctor con una familia u otra las realiza moviéndose de un lado a otro, haciendo carantoñas a sus hijos correspondientes.
6 Esta parte se desarrolla en la zona de ‘Laurita’, que en este momento interviene en el diálogo. El niño Javierito, en el otro lado de la sala vendrá luego a ‘llamar al timbre’ a la zona de Laurita. Víctor se quedará de ‘piedra’ literalmente, con la expresión facial congelada.
7 Escena final representada por el Narrador haciendo de psiquiatra y un auxiliar haciendo de Felipe.