El viaje que lo cambió todo
Representado por Beatriz Camarasa
Patricia y David se conocieron en verano, en Salou. A David le gustaba ir a correr por la arena. A Patricia le encantaba bañarse en el agua salada y descansar en la playa tomando el sol.
David empezó a correr y Patricia se fijó en el, no porque fuera un flechazo a primera vista, sino por la estética de una figura masculina musculada haciendo ejercicio dinámico. A David se le desabrochó la cinta de la cartera que tenía abrochada a la cintura y como Patricia le estaba mirando observó el incidente, la cogió rauda y fue a devolvérsela:
-Perdonee perdoneeee!! -le intentó avisar, corriendo tras David, que seguía a su aire, aislado por los auriculares sin hacer caso a los gritos a su espalda .
Por suerte a media playa disminuyó la marcha porque habían muchos niños jugando alocadamente, muy ajetreados en traer pozales de agua para crear una piscina en medio de la arena en un enorme pozo que habían vaciado.
-¡Perdone que se le ha caído esto! – le dijo ella cuando sudorosa le alcanzó. Fue entonces cuando David se paró.
Le devolvió la cartera y David en agradecimiento, le invito a tomar un helado en esa heladería al fondo del paseo del malecón de la playa que tantas variedades tiene. Se preguntaron el nombre, y comenzaron a conocerse un poco más. Por afortunada casualidad, los dos venían de Zaragoza. Aunque otros opinarían que no es tal casualidad, ya que multitud de maños van a veranear a sitios de playa como Salou.
Finalmente el verano se acababa y el amor que había comenzado, ¿duraría? . Tal vez, lo que se dice de los amores de playa, que no fraguan, no se aplicaría a su caso a diferencia de la mayoría que no tienen la suerte de pertenecer a la misma ciudad, y con el tiempo, por distancia o distintos factores la relación no puede avanzar y afianzarse.
En el caso de David y Patricia, cuando volvieron a Zaragoza, y siguieron llamándose, fueron quedando y obteniendo conocimiento bíblico y sin darse cuenta ya eran una pareja estable en poco tiempo.
Patricia estaba estudiando derecho, era su sueño. Quería acabar la carrera cuanto antes y poder combatir injusticias y entuertos.
Por otro lado David trabajaba en un restaurante, pero no como jefe de cocina que era a lo que realmente aspiraba. El restaurante era finolis, sofisticado, con comidas diminutas rodeadas de círculos de salsas coloridas servidas en platos muy grandes en vez de las populares tapas de taberna española que es lo que le gustaba comer a la gente. El negocio no iba muy bien, había tensiones, se ganaba poco dinero y lentamente iba decayendo.
Para buscarse nuevos horizontes, sopesó apuntarse a un congreso de gastronomía que se celebraba en Rumanía, donde se decía que se iban a reunir la crème de la crème de los chefs con estrellas michelín y donde podría haber grandes oportunidades para gente con ideas nuevas.
David no lo dudo ni un segundo y lo consultó con Patricia y aunque a ésta no le hacia mucha gracia, le dejo marchar, pues era el sueño que más ansiaba, y alguien que ama de verdad nunca mata el sueño de quien ama.
David hizo la maleta y emprendió su aventura rumbo a Rumanía sin Patricia, a la cual le hubiera gustado ir también, pero no podía debido a sus estudios y pobre economía. Quedaron en que se llamarían todos los días. Y así fue mientras duró el congreso. No dejaban de hablar en los descansos o chatearse cada cinco minutos con un pretexto u otro.
David después del congreso comenzó a trabajar en Prime Steaks & Seafood y alquiló una casita pequeña pero decorada de forma entrañable. No tardó mucho tiempo en conseguir amistad con un compañero de cocina que se ganó con su talante cordial y generoso, y finalmente se atrevió a dar el paso, junto con su amigo como socio, de abrir en Strada Covaci un restaurante de temática española, con su menú de cocochas, pollo a la chilindrón, paellas, gazpachos, tapas y otros platos típicos. La cosa pintaba muy bien.
Que un negocio vaya bien entraña como precio colateral que no queda mucho tiempo libre. Patricia le llamaba todos los días pero el había comenzado a no contestar pretextando estar muy liado y si acaso conseguían hablar, David enseguida ponía alguna escusa perentoria y la conversación se terminaba.
Un buen día -por no decir malo-, Patricia reflexionó sobre lo descafeinada que se había quedado la relación, y viendo que no tenía ingresos para reunirse con él siquiera de tanto en tanto y no podían verse de ninguna manera, sopesó si no sería mejor dejar de ilusionarse en vano y andar sufriendo. Llamó a David cuando tuvo un minuto para hablar y le comentó sus intenciones.
David, triste y asustado se vio avocado a luchar por lo que mas quería, porque el miedo a perder lo que quieres no esta cuando lo tienes, y como lo tienes lo desprecias, sino cuando corres el peligro de perderlo y tomas conciencia del error de cálculo.
Le pidió que viajase a Bucarest para encontrarse e intentar arreglar las cosas o al menos acabar bien, con un beso de despedida siquiera. Ella no podía puesto que no tenía dinero, pero David deseaba por todos los medios que la relación resucitase, así que le pago el viaje.
David le propuso por fin la solución que tal vez se le tendría que haber ocurrido hacía mucho tiempo, si no hubiera estado tan ocupado con los fogones.
Le propuso seguir estudiando a distancia lo que le faltaba para acabar la carrera y trabajar en el negocio para verse constantemente día y noche, para compensar las ausencias padecidas y de paso ganar un dinero ayudando en el negocio de su chico, cosa justa y buena causa donde la hubiere para una futura abogada.
Se amaron por primera vez fuera de su ciudad y separándose de ella a punto estuvieron de romper, pero finalmente se volvieron a juntar sus destinos en territorio comanche, en un escenario en el que nunca hubieran pensado que se pudieran fraguar sus vidas.
COMENTARIOS
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David y Patricia son dos zaragozanos que se encuentran por azar en Salou durante unas vacaciones. Surge entre ellos una atracción que a diferencia de otros amores playeros, tiene continuidad cuando vuelven, hasta acabar formando pareja.
Patricia estudia, David trabaja en un restaurante demasiado sofisticado como para tener éxito popular y esta buscando alternativas. Surge una oportunidad de conocer a importantes chefs en un congreso de gastronomía en Bucarest, así que se decide a ir.
Una vez en Rumanía da el paso de trabajar en un restaurante afamado de cocina moderna en Bucarest. Desde entonces la relación va de mal en peor por la distancia y porque sólo se pueden hablar por teléfono.
David cada vez esta más ocupado como para atender llamadas, y además resultan muy cortas, hasta que Patricia piensa que sería mejor romper esa relación que se ha estancado.
Cuando David ve que Patricia tiene intenciones de romper se asusta y se reconoce que ha dado por supuesto que ella entendería todo, incluida la falta de relación, y ha estirado demasiado la pasión por el trabajo. Cuando teme perderlo todo es cuando valora lo que tenía. Le propone como solución estudiar en Bucarest a distancia los cursos que le quedan y trabajar algunas horas en su restaurante, de esta forma se verán las veinticuatro horas del día y así compensar el contacto que ha faltado.
En el cuento el azar a unido a dos personas (corriendo en la playa) y cuando quieren estar juntas son separadas por circunstancias (ambiciones) profesionales.
La falta de comunicación (llamadas a distancia, pocas, cortas) hace que la relación se atasque y se suspenda en el aire, degradándose en la espera de algo. Hace falta que Patricia llegue al límite de tolerancia para que David se plantee al fin una solución para reencontrarse.
La solución frente al impasse ha sido un cambio. La paradoja es que ser de Zaragoza les unió, pero después les distanció. En la emigración, que representa una fractura completa, encuentran otro lugar donde iniciar una nueva vida de pareja. La flexibilidad es amiga de las soluciones, la rigidez trae confrontación y parálisis.
Las ventajas del cambio, la solución de problemas, la flexibilidad como método resolutivo, se ven reforzadas en los oyentes a través de esquemas aplicados a ejemplos, no es necesario que sean capaces de deducirlos explícitamente como no es necesario para hablar saber gramática, sino que los modelos sean suficientemente ejemplares y significativos como para constituir un refuerzo de esas actitudes, para que abran la mente a formas diferentes de reaccionar.