El sueño del psiquiatra

El sueño del psiquiatra

Por la mañana suena el despertador pipipipí pipipipí.1 EL sonido es infalible. Han debido probar en el laboratorio miles de tonos electrónicos capaces de resultar aversivos en todas las circunstancias, imposibles de solapar con algún sonido de actividad humana que se pudiera enmascarar y aprovechar dentro de las historias del sueño. Se despertó como de costumbre azuzado por el taladrador tono desagradable, resignado a levantarse ineludiblemente por la fuerza imperativa del sonido, pero cuando estaba en el lavabo oyó otra vez pipipipí pipipipí.2

No era la primera vez que se levantaba pululando antes de que sonara, pensando en apagar la alarma antes de ser molestado por ella y luego olvidando la precaución se había encontrado que sonaba el despertador a la hora impuesta y tenía que ir corriendo a apagarlo para que no le incomodara. De nada servía alegrarse por haberse despertado cinco minutos antes si se iba a arrepentir cinco minutos después.

Cuando fue a apagarlo de nuevo descubrió que no estaba conectada la alarma, cosa que resultaba desconcertante porque introducía dudas a una hora que todavía no se consideraba lo bastante despierto como para resolver preguntas intrincadas.

Comenzó a barajar una serie de explicaciones . Podía que se tratase de una reverberación de la memoria, de un eco. Cabía también la posibilidad de que fuera una falsa impresión, como cuando creemos escuchar un silbido,3 que nos llaman por nuestro nombre, mal interpretando un sonido ambiguo que nos envuelve. Podría que por falta de nivel de la batería de la pila o por fallo de un mecanismo de repetición, se hubiera conectado por una anomalía técnica, basándose en el hecho de que los aparatos tienen como un estertor de moribundo el último día que dejan de funcionar.

Se suponía “aclarado” todo, mientras estaba desayunando su tostada con tahín y mermelada de jengibre, pero volvió a oír el pi pi pi… pi.. pi.. pi pí.4

Pensó que el ruido en realidad estaba amplificado en su mente, pero no en origen. Luego reflexionó si pertenecería a un vecino o a varios que por coincidencia se despertasen a la vez mientras él bajaba las escaleras y en la calle escuchó como el mundo de los trabajadores se movía al unísono.5

Conforme lo iba oyendo en todos los sitios, incluidos los que no tenían explicación posible, comprobó que no se lo podía sacar de la cabeza. Cuánto más lo temía, más aparecía. Solo entonces, derrotado por la falta de explicación y por la pregnancia del pí pí pí en retumbando, decidió ir al psiquiatra a ver si la cosa tenía solución.

En la sala de espera pí pí pí, y al entrar en el despacho del médico pí pí pí

-Lo ve doctor, ahora mismo lo estoy oyendo6

-Se refiere al ruido de las obras, con taladros, ¿golpes metálicos y chirriar de máquinas? –preguntó el experto a fin de deslindar fenómenos referenciales de interpretaciones tímbricas-.

-No no, doctor, escucho mi despertador todo el tiempo, incluso ahora mismo.

Tras sesudas preguntas deslindando el árbol de sintomatologías el psiquiatra le dijo:

-Tomará estos fármacos reductores de ruido auricular, para que mejore. Aunque pueda oírlos esporádicamente, no se preocupe.

El siguiente paciente entró y comentó:

-¿No oye doctor unos pitidos como de despertador?

-Ya veo que le ha contagiado el paciente anterior. No se preocupe que son chirridos de las obras que me están torturando todo el día –que extraño, pensó para su interior, un caso de contagio histérico en mi consulta.7

Al salir el doctor por la puerta, agotado después de un día muy pesado de delusiones, acúfenos y pacientes contagiados que oían el diabólico pitido del despertador escuchó él mismo, de pronto pipipipí, pipipipí 8

-El despertador!!, ya son las ocho y tengo que abrir la consulta a las diez.


COMENTARIOS

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El cuento elabora una cascada de niveles de narración, encajonamientos de sucesos dentro de otros representados por los distintos sonidos del despertador que se repiten según el nivel: se despierta el personaje creyendo que ha sonado el despertador pero al cabo de 5 minutos vuelve a sonar. Se acerca a apagarlo pensando que a soñado que sonaba o se ha despertado antes de tiempo.

Cuando cree que ya está todo en orden, desayunando, se da cuenta de que suena otra vez el despertador que ya había apagado, lo que le lleva a pensar que está teniendo sensaciones falsas de sonido que le llevan a sospechar que algo le está pasando a su cerebro.

Acude al psiquiatra que ‘le trata’ como enfermo que tiene delusiones y le receta un medicamento acorde al caso clínico que se cree padece. Incluso parece que los pacientes que siguen en la consulta también oyen el pitido del despertador, lo que le hace pensar que se tratará de un ‘contagio histérico’. La jornada de trabajo es agotadora porque todos los pacientes parecen padecer los mismos problemas.

En el momento de máximo agotamiento resulta que el mismo psiquiatra, que se ha convertido entre tanto en el ‘sujeto del sueño’ en vez del principal en el que comenzó, escucha también el pitido del despertador. Pero esta vez se despierta ‘de verdad’. Él es psiquiatra, tiene sueños de psiquiatra y debe acudir a su consulta.

Estos distintos niveles narrativos se articulan en puntos que hacen de paréntesis que se cierran como en la aritmética y los oyentes deben localizarlos y organizar el sentido de la narración de forma escalonada. Para lograrlo se llevan a cabo representaciones dramatizadas que facilitan la comprensión y el aprendizaje.

La temática de los sonidos sin ‘fuente real que las produzca’ alude a la capacidad del cerebro de representarse la realidad, sin la realidad presente con frecuencia.

Cabe destacar el recurso al humor que representa el psiquiatra en sueños haciendo de psiquiatra de sí mismo. Es una parábola de reírse de uno mismo frente a los problemas que padecemos.


NOTAS TÉCNICAS

1 El auxiliar hace las veces de despertador con un despertador en la mano y simulando con la voz el sonido electrónico.

2 El narrador simula despertarse, llevarse la mano a la boca para bostezar, sentarse en la cama, estirarse, ir al lavabo para refrescarse la cara. En ese momento suena el despertador, mira al despertador (el auxiliar) y se dirige a él para apagarlo. Mira los botones del despertador, por delante y por detrás.

3 En este momento el yo auxiliar silba, llama al narrador por su nombre de una manera que parece un viento o una palabra similar a su nombre.

4 Cuando el narrador simula estar desayunando una tostada que unta, al cabo de un rato el actor que hace de despertador ‘suena’ de nuevo. Previamente el narrador anuncia que va a desayunar tahín y explica, a modo de circunloquio, la moda de los super-alimentos y productos naturistas.

5 Lo que piensa el personaje de la narración el narrador lo dice en voz alta a modo de soliloquio.

6 En la representación el narrador sólo dice que va al psiquiatra, y cuando está delante suyo le explica su ‘caso’ y la parte anterior de que lo ‘tiene en la cabeza todo el día’. El dialogo posterior es también dramatizado con el auxiliar haciendo de psiquiatra.

7 En la dramatización este pensamiento se dice como un aparte.

8 El narrador hace una pausa. El despertador suena. A continuación, el narrador -haciendo de psiquiatra- se despereza y dice la última frase.

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