El orden de los invocadores
El abuelo de Elena era persona muy inclinada a la lectura de autoridades esotéricas y tenía en los anaqueles hermosos libros encuadernados con fileteados de oro, arabescos y huecograbados que ella consultaba por su atractivo más que por su contenido en latines incomprensibles. Ahí tenía El rosarium psilosopharum, anales de Hermes Trimegisto y un facsímil gigantesco, casi tan alto como ella, de la biblia del diablo . Le llamaban la atención los manuales místicos de Emmanuel Swedenborg “De caelo et ejus mirabilubus et inferno, ex auditis et visis” 1
A Elena se le ocurrió realizar una ceremonia de invocación en la cabaña cogiendo prestado el libro, como potencial fuente recitativa y testigo de juramento o decoración acorde. Con trece años y medio eran niños medio adultos. Estaban todos en tierra de nadie, fuera de las convenciones, dispuestos a hacer locuras, inventar un mundo al revés o manifestarse como niños soldado obedientes cancerberos del reino de sus padres.
Para dar seriedad a un juego de invocación decidieron averiguar cuál sería el orden correcto. Todos querían ser el primero, se querían colar, se empujaban o se engañaban.
Hubo largas discusiones sobre los criterios. Si por edad, orden alfabético, orden de entrada en la pandilla, aportación a la construcción de la cabaña, a la merienda en común, …2
Unos querían hacerlo a suertes, otros un campeonato de gua, otros una guerra de parejos.
Al final Roberto sugirió que como se trataba de hacer un ritual de invocación, quizá se tendrían que poner en orden de horrores producidos o recibidos.
El que hubiera hecho la más gorda o hubiera pasado por algo muy malo tendría que subir puestos en la lista de invocadores.
Los prolegómenos y dirimir suertes para saber quién comenzaba a concursar primero, quién hacía de juez y los puntos que se darían para aclarar la jerarquía, los volvieron a enzarzar en viva discusión, no en pelea como creían algunos viandantes. Los requisitos previos y sucesivos parecían alargarse y era más importante discutir las reglas que seguir el juego mismo que estaban destinados a ordenar.
Aclarados los turnos comenzó Teresa 3
-Me comí medio tarro de mermelada de fresa cogida del armario, supuestamente secreto y para disimular rebajé el bote con salsa de tomate. “Qué requetebuena chanchipiruli está la mermelada hoy” –dijo mi madre al comer la rebanada del desayuno-. Luego pasó una semana con gastroenteritis y decía “no sé qué me ha podido sentar mal”. -“Será un virus” -decía mi padre. Se me vino a la cabeza que la capa blanca como de moho que tenía la salsa de tomate podría significar que estuviera en mal estado y no ser natural.
Ahora le toca a Elena.
-Por mi culpa se divorciaron mis padres. Mi padre me hizo una cosa mala y me dijo que no lo dijera a nadie porque podría pasar algo horrible. Yo se lo dije a mi mamá y luego se separaron por mi culpa
-Yo robé dinero del monedero de mi madre y acusaron a mi hermano –aseguró Roberto, ante los ojos atónitos de sus amigos-. No dije nada y lo castigaron un mes sin salir de casa y sin paga. El me miraba como diciendo “yo no he sido, así que deduce quién”.
-Pues eso es menos que lo mío –aseguró Ernesto-. Yo maté a mi abuela. Llegó un día muy cansada a casa y me dijo, “tráeme un vaso de agua que me ahogo”, “ya voy le dije yo”, pero estaba tan entretenido arreglando el fortín que se me olvidó. Luego mi madre la encontró muerta en la cama cuando llegó. “No te dijo nada al llegar?” –me preguntó.- “No nada, debió entrar tan sigilosa que no la oí porque estaba haciendo los deberes”
Juan salió al tercio de este hecho aciago intentando introducir un desastre mucho peor:
-Pues me parece que estáis ante un futuro habitante del infierno. Mi madre que ya sabéis que es tan beata que siempre esta entre curas y rezando el rosario me obligó a ejercer de monaguillo. Yo un día, harto de la tiranía, me meé en el vino que se utilizaba para misa!!
Las caras de horror y los “oh oh” espontáneos fueron de campeonato.
Javier intentó ganarse al personal contando una guerra que hubo en Castellote, un pueblo de Teruel donde veraneaba la familia. Por lo visto un niño había quedado tuerto por accidente. “Estoy convencido que fue mi piedra” –aseguró sollozando.
Ganó Juan, que comenzó la invocación frente al manual de Swedenborg pateando el suelo, alzando las manos y con voz estentórea salió de su boca una ooooooooooooo que se alargaba como una tétrica letanía. Se engancharon a la rueda Ernesto, Teresa, Roberto, Elena y Javier.
El aparecido en esta ocasión no fue un Joker guasón, ni un carrañador o un insultador, sino un sabio de barbas blancas.
Se ponía detrás de los invocadores y a cada uno le daba un mensaje personalizado:
A Juan que no iría al infierno por una forma errónea de protestar, que tenía de malo que era sacrílega pero que reflejaba una rabia por aceptar cosas en contra de su propia idiosincrasia y que tenía que aprender a canalizar la rabia de forma más modulada, más diplomática o mediante replicas astutas.
-Mandeé? – se le escapó a Juan sin acabar de entender el mensaje de ultratumba -.4
A Ernesto le dijo que la muerte era inevitable y que a la abuela le tocaba morir con o sin vaso de agua. Quizá en ese momento no se dio cuenta de lo mal que se encontraba. Si se hubiera apercibido habría pedido socorro y aun así, si era su último día hubiera sido todo inútil. Lo que contaba de verdad era el cariño que se tenían.
A Teresa le dijo que su madre tuvo una grave infección posiblemente por el tomate en mal estado, pero si el tomate hubiera estado bien, aunque la acción fuera mala, no hubiera sido tan mala como la que se agrava añadiendo injustamente la ignorancia con su culpa.
-¿Eh? ¿Cómo? – exclamó Teresa-.5
A Roberto le dijo el satoris que cuando un niño roba dinero a sus padres es como si les estuviera cogiendo un amor que le parece que no le dan o que lo usurpa su hermano, pero que aprendiera de cara al futuro que actuar con cobardía no calmaba la angustia, sino que la agravaba como cuando bebemos agua azucarada para saciar la sed.
A Elena le sugirió que siendo tan niña e inocente, los tocamientos de su padre le parecían un juego o algo normal, pero ahora debería saber que era algo que su padre hizo muy mal. Comunicarle a su madre lo sucedido fue porque confiaba en ella. Si luego se divorciaron era porque en el fondo la familia estaba dividida ya y su madre no quería vivir con un hombre que hacia esas cosas a su hija.
-Bajo ningún concepto fue culpa tuya sino de tu padre!! -aseguro con contundencia el sabio.
Y tú Javier, aunque la piedra hubiera sido tuya, que en realidad no lo sabemos, no lo hiciste para dañar, sino para jugar sin saber el peligro que ese juego podía entrañar. Aprende en el futuro a pensar en las consecuencias de lo que haces ANTES de hacerlo.
La palabra ANTES se pronunció tan profunda que por un momento todos los presentes cerraron los ojos como si hubiera tirado un Ninja, una bomba de camuflaje.
El invocado aprovechó la ocasión para desaparecer.
Los niños se volvieron de pronto adultos y salieron cabizbajos de la cabaña para someterse dóciles a las reglas.
A semejanza de la aceptación de la muerte que Swedenborg suponía como una gradual desaparición de los objetos que nos rodean, un cuadro, una mesa, el reloj.. hasta darse cuenta de que se está muerto, así aquellos adolescente fueron difuminándose uno detrás de otro hasta que un mundo de posibilidades murió y tomó conciencia de condena.
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COMENTARIOS
#sagaCastellote #abusos #culpa #ocultismo #reglas
Se introduce el tema de las ciencias ocultas y los fantasmas que intervienen convocados, en este caso bajo la forma benévola de un sabio.
El circulo de los invocadores tiene que decidir un problema de orden y reglas que les entretiene un buen rato.
Cuando deciden ordenarse según la gravedad de ‘traumas’ vividos exponen cada uno un asunto que les carcome – momento de catarsis subrogada, puesto que los expresa el narrador por el sujeto pasivo al que se dirige .
Las seis mini historias pueden ser adecuadas ‘terapéuticamente hablando’ para los sujetos que hemos elegido.
A continuación, el sabio invocado realiza una especie de ‘cura’ de las secuelas indeseadas del trauma.
A veces no se le entiende bien, porque habla en un lenguaje técnico y hay que traducirle (en la dramatización del cuento intentamos elucidar el sentido ‘complicado’ buscando otro ‘simplificado’ con ayuda de los oyentes).
De resultas de esta terapia los adolescentes pasan de rebeldes a ‘domesticados’.
NOTAS TÉCNICAS
1 “Kybalión (tabla esmeralda)”, Hermes Trimegistro, Kindle.“Rosarium Philosophorum”, trad. Jhon Ferguson, Kindle. “Del cielo y del infierno”, Swedenborg, Ed. Siruela. El narrador suele interiorizar la narración para sentirse libre en su exposición verbal dramatizada, pero en fragmentos como este puede ayudarse del texto escrito sin mayor problema.
2El narrador investiga con el auditorio otros sistemas posibles (grado de afición, valentía, etc.)
3Seis voluntarios que se sientan en el medio de la sala en círculo. El narrador girará detrás suyo, asignándoles el mismo nombre en la ronda de exposición de ‘méritos’ como en la del aparecido que les contesta.
4 Se le pide que le aclare al falso ‘Juan’ el significado de la frase cualquiera otro de los cinco restantes.
5A la falsa ‘Teresa’ le aclaran el resto el significado del mensaje que le han dado.