De Pie, Sentado, de Rodillas

De Pie, Sentado, de Rodillas

En una época madrileña de la vida se juntó Remigio con gentes de la farándula que estudiaban en el instituto de cinematografía y en del teatro y hacían sus pinitos de arte vanguardistas y acudían enfervorizados al café Gijón de Recoletos. Ahí conoció a Rafael Santamaría que le pidió ayuda para su obra De Pie, Sentados y de Rodillas. No tenía que hacer en la obra otra cosa que bajar y subir una cortina y colocarse de rodillas, sentado o de pie según los momentos dramáticos. La cortina separaba el bien y el mal del fausto de Marlowe1. Jesús y Antonio, amigos de Remigio coleccionados para la puesta en escena ultramoderna tocaban el triángulo con distintos ritmos según el dramatismo del momento.

Todos los profanos colaboraban con los actores primerizos (y confraternizaban en largas noches de juerga) para aportar ideas y pulir la ejecución.

Pero cuando la obra se acercaba a la fecha del estreno Rafa le dijo a Remigio:

-No te lo tomes a mal, te agradezco mucho tu colaboración, pero he pensado que voy a sustituir vuestros papeles con actores para realzar la mímica y la ejecución musical. Podéis ,si queréis, seguir ayudando y acudir a la inauguración, por supuesto -añadió, Rafa buscando complacer en algo además de decepcionar en el resto-.

-No te preocupes -salió al paso Remigio-, ya se que no somos actores y lo importante es que tu obra siga adelante.

-Por lo menos hemos colaborado para que se lleve adelante una obra de arte -consolaba Remigio a sus amigos cuando le comunicó la noticia-.

Un año después andaba Remigio por la Tasca de Figueroa cuando se tropezó con Jesús

-Vaya si que hacía tiempo que no te veía -le dijo Remigio, a su compañero de aventuras de la noche-.

-Un año o algo así..

-¿Y qué es de tu vida? ¿Donde te habías metido? Mira que intentando veces encontrarse por los lugares de siempre, y nada, no había manera.

-Cosas de la vida… ¿Tu recuerdas a Teresa?

-Claro! Esa actriz de la obra de Rafa con la que salí un tiempo…

-Pues yo también, por eso preferí desaparecer para no herir a nadie.

-O sea que me robaste la novia -replicó Remigio medio sonriendo, medio helando la sonrisa-.

-No es lo que ella me dijo, me explicó que le habías insistido que no se entusiasmara contigo porque tu no ibas en serio, que saliera con otras personas porque no la querías retener con falsas promesas.

-Es verdad, es verdad -reconoció Remigio- pero era mentira, y me di cuenta de lo que sentía cuando ya era tarde y por así decir había matado el amor al que había dado vida.

-Un desastre, si, tendrías que haber vendido tu alma al diablo para que te durada 24 años.. -añadio en broma parodiando la obra de R. Santamaría-.

-¿No crees que pueda retener un amor por mis propios medios?

-Bueno, los medios son inútiles cuando las cosas se apagan por si mismas.

Se prometieron volver a quedar, pero nunca se llevaron a cabo las buenas intenciones porque el perdón tenía manchas de rencor que no desaparecían espontáneamente por lo visto.

Remigio estuvo mucho tiempo esperando sentado, como quien dice, oportunidades de vida nueva. Antonio le saco del estado de verlas venir, de vagabundear, de buscar por buscar, cumpliendo con rutinas zombie, ofreciéndole un negocio de comida macrobiótica. Les dejó el piso para las reuniones, invirtió en cajas de cerveza para que la inspiración no aflojara, les presto fogones, ayudo a traducir recetas del francés, experimentar hasta encontrar las texturas, aromas y consistencias adecuadas y finalmente, cuando alquilaron un local, se prestó a pintarlo, poner parquet flotante y lamparillas de cristal conseguidas con mucha paciencia en el rastro de Curtidores.

Resultó que el negocio no daba para los siete que eran, por lo que Antonio les reunió en casa de Remigio y les planteó:

-Para los siete no da, así que he decidido quedarme con Bea y Lorena, que cocinan bien y dan muy buena imagen al restaurante. Si funciona bien os llamaría si os sigue interesando.

Remigio, encogido como un caracol, metido en su nido, oculto en su agujero por la exclusión que no se esperaba ni protestó, ni se quejó.

Se refugió en las sesiones continuas del Quevedo o del Montijaalba para matar el tiempo sin que el tiempo muriera siendo el verdadero culpable la angustia de vivir.

 

Un día que paseaba sonámbulo, ensimismado, aturdido, en trance de no ser, dió por casualidad con un piso antiguo de estilo modernista cerca de la Plaza Santa Ana (antes de la época en la que los pisos antiguos comenzaran a tener valor dando la espalda a los modernos) y le propuso a Bea y a Valle, una amiga de esta última, si querían compartir piso.

Al principio la relación fuè idílica y se pasaban las noches hasta las tantas bebiendo y charlando. Remigio intentó ir mas allá con Bea, pero ella era reacia a “mezclar cosas” y a “estropear la amistad”, y se unió mas a Valle, quizás por recelo, quizá por supuestas injusticias en el reparto de tareas, tal vez afinidad natural, quizás por representar de alguna manera Remigio lo peor de “Los hombres” el caso es que cada vez le dejaban más de lado, callaban cuando el se acercaba, cuchichean en la habitación de una de ellas y a veces se reían a carcajadas váyase a saber de qué, pero a Remigio le parecía que era de él.

Un día que habían bebido para coger valor le echaron en cara a Remigio que era un antisocial, un energúmeno protozoo, una espina dorsal rota, un purrioso, y que por dignidad tendría que dejar el piso y traerían ellas a una nueva chica que había comenzado a trabajar en el Macrobiótico.

De rodillas se llegó a poner Remigio para pedirles conmiseración y prometer cambios imposibles de cumplir de ser lo que no era.

Por dignidad de minoría pisoteada acabó cediéndoles el contrato del piso.

Años después tuvo la curiosidad de ver si todavía estaban ellas de alquiler pero el boom inmobiliario ya las había alejado a la modesta periferia y brillaba en el rellano la brillante placa dorada de un prestigioso bufete de abogados.

-Que mala suerte he tenido de no haber encontrado un diablo al que poder vender mi alma y estar rodeado de buena gente que se lleva bien entre sí! -se le escapo como un suspiro esta reflexión en voz alta, mientras algunos volvían la cara sintiéndose expuestos al peligro de un degenerado.

1Fausto vende su alma al diablo por 24 años de vida regalada

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