El Clon de luxe
Dramatizado por Luz Moreno
I ntroducción, percance cotidiano1
Os ha pasado alguna encontraros con un amigo o un conocido y que os pregunte:
-Oye ¿y tú por qué no me saludaste el otro día? Y tú, te quedas ahí parado, intentando recordar.
-Pero si yo hace un montón que no te veo -le contestas.
-De eso nada. Nos cruzamos el otro día ahí en el semáforo ese que hay en el Coso y no me dijiste ni mu.
Y se te pone cara de tonto pensando si no habrá por ahí alguien que se te parezca.
O también otra situación en que alguien que no conoces te para por la calle:
-¡Hombreeee holaaa! ¿qué tal?
No tienes ni idea de quién es pero ante semejante abrazo y sólo por educación, le sigues la corriente, intentas disimular, contestándole con monosílabos para que la conversación termine rápido y te puedas ir, hasta que empieza a entrar en detalles y te pregunta cosas cómo:
-¿Bueno, y qué tal en el trabajo? Pudiste resolver aquel problema con el compañero?
Y tú empiezas a contestar con respuestas escuetas pero el otro se envalentona y sigue y sigue… Porque claro, cuando damos atención o conversación al otro le damos pie a que se anime más y más…Es el inconveniente de ser educado.
Una opción es contestar con sonrisas y movimientos de cabeza hasta que el otro se cansa.
Don Braulio clonado
Remi descubrió que tenía un clon un día que paseaba por la calle capitán Arenas en una zona, digamos que muy distinguida. Se le acercó alguien y dirigiéndose a él con gran alegría y admiración le saludó estrechándole la mano con calor:
-¡Buenos días don Braulio, pero qué alegría verle por aquí! Cómo va el negocio? Y la familia? Pero mira que se me hace raro verle en chándal…
Remi que estaba alucinado, sólo pudo responder:
-“Si, ahí va todo” – y mirando el reloj, simulando andar corto de tiempo, balbuceó que había salido a hacer footing y se fue al trote de allí.
Este extraño suceso, que podía haber quedado en una simple anécdota, le dio que pensar. Si en un barrio de tan alto standing alguien le reconocía y le trataba con semejante respeto y admiración… ¿quién era la persona con la que le habían confundido?
Hay quienes, cuando les sucede algo inquietante o desagradable en una zona o sitio determinados lo evitan a toda costa, convirtiendo en una superstición un simple incidente, pensando que si una vez les sucedió algo malo allí por qué no iba a volver a repetir igual o peor si iban otra vez a este lugar. 2
Pero Remi que no era nada supersticioso decidió volver a la misma calle a ver si sucedía lo mismo. Sin miedo, valiente, audaz. El domingo siguiente se personó de nuevo por allí, esta vez vestido más apropiadamente y no pudo pasear mucho rato porque, persona que veía, persona que le paraba para saludarle y le ofrecía un cohibas tras preguntarle por los negocios y la familia e incluso le invitaron a un opíparo almuerzo en una lujosa cafetería. Y siempre con un trato de respeto y deferencia sin igual, como si fuese alguien importante.
Remi se dejó agasajar hablando lo mínimo por precaución, contestando a las sonoras palmadas en la espalda y a los contundentes apretones de mano. Le cogió gusto a sentirse, aún con falso merecimiento, agasajado de mérito e importancia.
Su curiosidad fue más allá y decidió, disfrazado de incógnito, investigar, agazapado detrás de un quiosco de la ONCE que permitía vigilar a través de los cristales de la garita, la aparición de su clon, ese tal don Braulio al que todos respetaban tanto.
Tuvo que ir bastantes veces y a distintas horas a hacer guardia.
Por fin una mañana le vio salir por la puerta de su casa despidiéndose de su familia. Observó que un niño, su hijo, se agarraba al padre con insistencia intentando arrancarle cariños aunque sólo se granjearon una reprimenda:
-¡Este niño pesado! ¡Será posible!. ¡Me está dejando el traje como una pasa!
También vio a una mujer, su esposa, que le tendía con diligencia y dulzura una fiambrera de almuerzo que parecía haberle preparado con amor, aunque fue rechazada sin agradecimiento:
-¡Quita, quita, que ya comeré algo por ahí! -le riñó, acompañando el feo desprecio con movimientos de apartar una mosca.
Don Braulio salió caminando aprisa sin despedirse, no fuera que le atraparan la dulces melazas de sus seres queridos, blandurrios y pegajosos.
Remi pudo comprobar de primera mano el carácter huraño y déspota de su clon. Abrió la puerta del garaje en el que estaba aparcado un flamante Mercedes blanco, que con su aspecto puro y celestial parecía lavar todos los feos o maldades que se le pudieran atribuir y espantar cualquier mal de ojo con el que se le maldijera. Salió pitando para su negocio, supuso Remi.
A base de ir casi a diario por allí, Remi descubrió que la escena de la despedida era una costumbre diaria. Los martes por la tarde la casa quedaba vacía, ya que la señora iba siempre a la peluquería y luego se citaba con amigas mientras que el niño estaba en kárate y después iba a jugar con un amiguito. Don Braulio, por costumbre,volvía siempre tarde.
También descubrió que guardaban una llave del piso bajo el felpudo, para paliar los olvidos constantes del hombre de negocios distraído con llamadas urgentes y anotaciones de agenda.
Remi adquirió una obsesión con la vida de su alter ego: le fascinaba el trato que la gente del barrio le propinaba cuando creían que era Braulio, admiración y veneración que nunca antes había sentido. Aunque la pega era que la suplantación, como ocurre con el mentir, impedía que los halagos dirigidos hacia él pudiera sentirlos como propios. El placer que percibía, estaba como descafeinado, aguado, imperfecto…3 pero ahí seguía aunque fuera bajo la forma de gota residual.
Llevado del ansia de beber esa especie de agua salada,4 de ser confundido con alguien importante, quiso sentirse como Don Braulio, tal como se acomodaba en su propia casa y planeó entrar al piso al martes siguiente.
En su interior albergaba dudas, por supuesto: su conciencia le dictaba por un lado, como si fuera el angelito de los dibujos animados, que no lo hiciera, que había estado bien la experiencia pero era peligroso seguir, mientras que en el lado oscuro, el diablillo, le animaba a seguir con el juego.5 Finalmente venció este último y Remi fue el siguiente martes a la casa vacía de los Braulio.
El primer día sólo se sentó un rato en el sillón de su clon, sintiendo su comodidad y el tacto de la piel, pero en los martes posteriores comenzó a permitirse otras experiencias: fumar uno de sus puros mientras saboreaba una copa de wisky exquisito, echarse en la cama del dormitorio del matrimonio, usar su inodoro, probarse sus trajes, los vestidos preciosos de su mujer.. 6
La valentía es buena cuando uno ha tenido mucho miedo pero… ¿pero también lo es si uno se pasa de osado? 7
Una tarde en la que se había puesto la ropa de casa de don Braulio y estaba cómodamente viendo una película en su equipo dolby sourround de última generación, Remi oyó que se abría la puerta de casa. Rápidamente apagó el equipo y se escondió tras las cortinas. Escuchó los tacones de la dueña de la casa ir hacia la habitación.
En ese momento podemos imaginar el estado de nervios de Remi, que no sabía dónde meterse, yendo de un escondite a otro como alma que lleva el diablo, pensando cuál sería mejor, cómo escapar y recuperar antes su ropa.
La mujer de don Braulio regresó al salón y se tumbó en el sofá. Al estirarse tocó con las manos la cabeza de Remi que justo se acababa de esconder detrás del lateral. Tras el susto inicial, al reconocerle la mujer le dijo aliviada:
-Cariño, qué susto me has dado… pero bueno ¿y esto? Vaya sorpresa me has dado, tan pronto en casa y esperándome! Encantada, fue a la cocina a por algo para picar para su marido y descubrió que se había comido el almuerzo que rechazó como cada día por la mañana. Volvió hondamente emocionada y abrazó al que creía su marido. Remi se dejó llevar por la efusión y permitió que creyera que todo era una sorpresa. Una cosa llevó a la otra y se fueron a la cama.
Allí Remi no tenía muy claro cómo actuar y lo hacía por instinto, como pensaba que sería lo mejor, deteniéndose en caricias, besos y demás preliminares pensando que un gran señor debía ser un amante espléndido. La esposa disfrutaba, emocionada por el cambio milagroso que vio en su marido. Tras el acto amoroso y con la excusa de volver a la oficina-“es que he salido sin avisar” -dijo Remi, se fue. Lo que no tenía muy claro era si había dado el pego o ella había disimulado.
A partir de entonces los encuentros ‘casuales’ de los martes se convirtieron en un ritual. Remi solía esperar a su falsa mujer en ropa de casa y le daba la amorosa ‘sorpresa’. Ella cada vez llegaba antes, disimulaba recibir una añagaza y … ¡hala!
Una tarde en la que la señora estaba especialmente contenta, no se sabe si como premio a Remi, le lanzó las llaves del Mercedes diciéndole:
-Ponle gasolina cariño.
Remi hacía 15 años que no conducía, primero porque no podía permitirse el gasto de un automóvil y luego por pereza pero… la idea de conducir semejante cochazo le atrajo para experimentar cómo se sentiría uno al ser visto al volante de un Mercedes clase E bajo el punto de vista del admirado, aunque Remi había observado en algunas ocasiones con cierto amargo desprecio a ese tipo de conductores.
Así que cogió las llaves, se dirigió al garaje y salió pisando el acelerador, sin percatarse de que un hombre que había visto subir la puerta del garaje había acelerado el paso para cruzar, antes de que saliera, para no tener que esperar y le hacía gesto de que se parara sin que Remi se hubiera apercibido de nada de todo esto, concentrado en averiguar cómo funcionaban las marchas.
Remi se dio cuenta horrorizado de que lo había atropellado cuando empezó a ver gente gesticulando y con caras desencajadas que se acercaban al coche. Y al salir y ver un cuerpo inerte en el suelo, por instinto, entró en el portal, subió a la casa y sin dar explicaciones a la mujer escapó por la ventana del patio hacia la calle de atrás.
El testimonio de todos los presentes fue la evidencia que condenó a don Braulio a prisión por homicidio imprudente. Resultó que el atropellado era enemigo y rival en el negocio de don Braulio. Más de uno le había oído decirle alguna vez “algún día te vas a enterar” y otras amenazas como “si sigues por ese camino te borraré del mapa”. Pasa como cuando muere alguien del que casi nadie hablaba nunca pero en ese momento, los allegados recuerdan alguna anécdota con el finado. Por desgracia en este caso la mayoría de conocidos, por lo visto, sólo recordaba de él expresiones malsonantes y amenazas a terceros.
La esposa sólo pudo contar lo que pasó aquel día: su esposo subió a casa muy nervioso y alterado, sin dar explicaciones, se cambió de ropa y salió por la ventana de atrás.
Los trabajadores de su oficina no pudieron darle coartada porque no podían situarlo con fiabilidad a esa hora en el despacho. Su jefe, además de tener el privilegio de no fichar como el resto de trabajadores, tenía la mala costumbre de salir y entrar a hurtadillas, sigilosamente… para pillar a los empleados “ociosos” vagueando, jugando con el ordenador, chateando, hurgándose la nariz, echando una cabezada…8, por lo que la tarde del atropello nadie pudo asegurar que estuviera en el trabajo.
Y por si esto fuera poco, varias cámaras habían filmado al supuesto Don Braulio saliendo con el coche y luego huyendo del lugar de los hechos. Había pasado por la Ibercaja de la calle de atrás. No había ninguna duda.
Remi, mientras, cambiando el aspecto personal para no ser reconocido, siguió yendo los martes a consolar a su falsa esposa arguyendo falsos e inverosímiles permisos carcelarios. Incluso conoció a su falso hijo, un niño muy necesitado del afecto paterno y ambos se encariñaron mucho. Ese último año acabó siendo para todos el mejor de sus vidas y tal vez por ello procuraron no mancharlo con preocupaciones de verdades espinosas.
Mientras, en prisión, el auténtico don Braulio solicitaba ser atendido por el psiquiatra:9
-Créame doctor, sé que es difícil de aceptar y que suena muy extraño, pero la verdad es que me ha suplantado un clon que debo tener, que es quien realmente atropelló y mató a esta persona. Yo no fui, ¡se lo juro!
-Mire, le voy a contar algo: yo tuve un paciente al que ayudaba con su gestión económica su trabajadora social. Un día al actualizar la cartilla vio que había menos dinero del que tenía ingresado y pensó que le habían suplantado para sacar ese dinero. Acudió con su trabajadora social al banco, y el cajero nada más verle le saludó, -hombre otra vez por aquí. Cuando le explicó lo sucedido el cajero le dijo: “-¡Pero si ayer mismo vino usted a retirar esa cantidad”. Mi paciente lo negaba y no pudieron sacarlo de ahí, aunque era cierto que tenía más tabaco que de costumbre… -Con esto Braulio, te quiero explicar que puedes haberlo hecho y haberlo olvidado, incluso haber tenido una desconexión temporal, un síntoma disociativo de la personalidad por el cual uno ha hecho algo pero piensa que no lo ha hecho o bien al revés, no ha hecho algo pero piensa que lo ha hecho…una confusión de ideas simplemente, sin mala fe ya que es un proceso inconsciente. También puede ocurrir algo parecido a cuando pides un kilo de manzanas en la frutería y cuando llevas la bolsa en la mano piensas que pesa menos y te han cobrado de más y luego al llegar a casa mosqueado lo compruebas para demostrar que te han engañado y en realidad pesa un kilo. Otro ejemplo podría ser cuando te dan los cambios en el súper y desconfías de que estén bien pero cuentas el dinero y está perfecto. A veces sucede por desconfianza o por una impresión equivocada… En situaciones muy horribles incluso puede ser un mecanismo de defensa, ya que si por ejemplo uno hace algo horrible o le pasa algo malo y es consciente de ello, estará todo el día pensando o vociferando: “¡ay, ay, ay pobre de mí! ¡qué habré hecho yo para merecer esto! ¡por quéeeee por quéeee a míiiiii!!!”10 y esto es realmente insoportable. Por eso Braulio, en tu caso, sucedió este síntoma disociativo. Quizá fue un accidente. No lo hiciste aposta, pero te puedes haber olvidado como mecanismo de defensa.
En ese momento don Braulio se derrumbó:
-Puede que tenga razón doctor, quizá fui yo quien cometió el atropello y lo he olvidado…
COMENTARIOS
#sagaRemi #disociación #infidelidad #psiquiatra
En esta ocasión ponemos por escrito un inicio a modo de preámbulo que en otros cuentos se ha obliterado. El propósito es iluminar un aspecto del cuento, preparar psicológicamente al oyente y facilitad la comprensión. Evocar ambientes, la vida en la escuela, cómo era antaño la educación y el tipo de materiales que se usaban, el tipo de comercio de otras épocas, información sobre periodos históricos antiguos como la edad media antes de hablar de una batalla, la época romana o los países lejanos; ampliar el conocimiento sobre conductas peculiares, exponiendo precedentes y especialmente ejemplos; crear un climax dramático adecuado, de temor, de conflicto, de amor, etc. que traen sensaciones como ladrillos robados a otra construcción que se utilizan en la propia.
La digresión también es una forma de ‘rellenar’ un cuento muy corto. La evocación de precedentes se desmarca de la narración principal por el tono explícito de poner en antecedentes la historia que va a contarse (por ejemplo describir la época histórica medieval antes de abordar el cuento de “El espía Alefita”). También se diferencia de las historias dentro del curso de la narración, que tienen una función auxiliar pero de carácter alternativo paralelo, por ejemplo la historia bíblica del hijo pródigo y los conflictos paterno-filiales o el el suplicio de Tántalo cuando se trata de explicar la impaciencia de los perros por salir de casa en “La huella de Papel”).
Remi disfruta casualmente del respeto que suscita una persona de aspecto idéntico en un barrio lujoso de la ciudad. Seducido por los beneficios de la suplantación cede a la tentación de sentirse rico por momentos entrando en la casa de Don Braulio con las llaves escondidas en un resquicio de la puerta.
Un día que está disfrutando de la estancia usurpada entra la mujer de Braulio y tienen una relación pensando que ha salido del trabajo porque la echaba de menos. El falso Braulio sorprendido resulta mejor amante que el auténtico, que es un egoísta rematado. Esta situación se repite los martes durante un tiempo. Es posible que la mujer supiera que el Braulio bueno es un clon, pero si así fuera prefiere creer que es el auténtico Braulio.
Un martes que Remi va a coger el mercedes, por impericia y despiste, atropella a un viandante y sale huyendo. Los testigos, incluida la mujer, y las cámaras demuestran que Don Braulio es el autor y por ello es condenado.
Mientras Remi todavía visita a la mujer de Braulio pretextando permisos carcelarios falsos, el verdadero Don Braulio visita al psiquiatra de la cárcel, que le convence de padecer un trastorno disociativo de la personalidad.
El cuento presenta, dentro de la sagaRemi, síntomas psicóticos, pero lo hace de una forma indirecta, incluso inversa.
Remi descubre un ‘clon’ que le permite tener un personalidad diferente por el recurso de suplantarlo: alguien con status social, una familia, un confort. Cuando intenta disfrutar del prestigio por el recurso de la apariencia, lo consigue de forma residual, porque sabe que no es real. En el amor tiene un éxito relativo, porque no se lo tiene que ganar, se lo dan creyendo ser otro, aunque no sabe que es más aceptado siendo él mismo que simulando ser Don Braulio. El hijo de Don Braulio también padece de este mal corrosivo de las apariencias, tiene mejor relación con el padre falso que con el verdadero.
Remi comete el asesinato por imprudencia pero quien es castigado es Don Braulio, e incluso cuando ya en la prisión acude al psiquiatra, éste le convence de tener un trastorno disociativo. Igual que Don Braulio es acusado injustamente, también el psiquiatra se equivoca en el SUJETO del diagnóstico, que debería ser Remi.
El cuento encarna las dudas sobre lo auténtico y lo aparente, el diagnóstico y la falta de reconocimiento de la enfermedad.
NOTAS TÉCNICAS
1Esta ‘evocacion de precedentes’ (ver explicaciones al final del cuento) en esta ocasión se representa fácilmente con los oyentes al tratarse de escenas relativamente cotidianas.
2Digresiones que invitan a exponer algo evidente que hace más creíbles o racionales comportamientos irracionales del protagonista. Por lo general se representan con un tono de voz engolado o con retintín.
3Ocasión para trabajar una vez más la ristra de sinónimos de estados emocionales decadencia o imperfectos. Las ristras semánticas se incluirán en otros cuentos para hacer más permeable su efecto de mejora en la comprensión de la conducta emocional.
4Estas frases literarias son sustituidas en la narración con una explicación ampliada tipo “esto es como lo que ocurre cuando tienes sed y bebes agua de mar, que al tener inconveniente de que es salada produce más sed todavía, de igual manera que te feliciten o te admiren porque te confunden no calma tu sed de valía, sino que la hace más intensa y acuciante, al punto de buscar todavía más engaños para conseguir lo que no te toca por merito propio”
5Esta dinámica de la tentación se merece una pequeña representación extra ejemplificante como colocar a un oyente en medio de la sala y un ‘diablo’ y un ‘ángel’ a su lado le invitan a beber wisky o no hacerlo, a ir con una mujer con engaños o con sinceridad.
6Toques humorísticos para desdramatizar la situación de invasión del espacio privado, y que lo ‘gracioso’ impida hacer juicios morales severos por la conducta inadecuada de Remi y se prepare una inversión de roles.
7Dilema moral trabalenguas introduciendo humor, ironía, absurdo, paradoja, complejidad al discurso plano de afectividad.
8Pedimos que los presentes participen con trucos de escaqueo laboral de su cosecha.
9En ciertos cuentos aparece la figura del psiquiatra que es importante para los oyentes que padecen una enfermedad mental. Se representan en la escena dramatizada del cuento por un monitor auxiliar y otro profesional de la salud acostumbrado al ‘discurso terapéutico’ y que esgrime poderosas razones explicativas racionales que forman parte del arsenal terapéutico habitual. No obstante el paciente en parte cree y en parte no cree, o en parte aparece como figura salvadora como también limitada, expresando el fracaso de la cura, especialmente en el caso de la enfermedad crónica. Estas limitaciones se expresan de distintos modos: como imperfectas, insuficientes, paradójicas, absurdas o ridículas. Por lo general la relación se vive con ambivalencia y ambigüedad. En algunas ocasiones se lleva a cabo una solución catártica de burla o derivación al absurdo que no pretende ser malévola sino familiar, en el sentido de imperfecta, pero llena de buenas intenciones y a veces la ultima que se ocupa de una situación desastrosa. En estos fragmentos se realiza una labor de reconocimiento de la enfermedad y exposición de soluciones oficiales.
10El narrador hace retumbar la sala con vozarrón desgarrado, saliendo momentáneamente del papel de psiquiatra moderado para inocular un dramatismo que pudiera inducir el tal trauma disociativo aturullando al protagonista y al oyente.