¿Buenos o malos?
Se reflexiona sobre historias que cambian la vida; el poder de la imaginación, el pasado.
Los participantes colaboran en momentos distintos aportando opiniones en base a experiencias propias, poniéndose en el lugar del protagonista ante situaciones concretas (momentos de bloqueo, rebeldías de la infancia ), aportando sinónimos de adjetivos, enumerando objetos (cachivaches para el funeral)…
La narradora apoya el relato con movimientos, entonación y gestos que apoyan la historia.
Se utilizan técnicas narrativas: la historia dentro de la historia, el suspense, el final inesperado.
Narradora
El cuento de hoy va a tener varios protagonistas, cada uno os narrará su historia, los acontecimientos que han cambiado sus vidas o su manera de ver las cosas. Porque la narración, según el punto de vista y según el momento en que ocurre, puede cambiarlo todo.
Si decimos lo que vamos a hacer, ya estamos creando la acción. Narrando se hace, se crea, se coordina. Por ejemplo, Laurita, una niña de siete años, es una niña que se acuerda de muchas cosas, pero mejor que os las cuente ella.
Laurita
Tengo muchas anécdotas… Una de ellas, relacionada con mi abuela, que era una de esas abuelas a las que tienes un poco de manía, de odio. De esas abuelas que su risa da mucho miedo, de las que si se ríen con la A parecen brujas, con la I parecen una hiena o con la U parecen coyotes. Esas risas me dejaban aterrorizada. También de esas abuelas que te sueltan esos comentarios como “¡SIENTATE CON LAS PIERNAS MÁS CERRADAS QUE PARECES UNA FRESCA!” o “¡DEJA DE COMER TANTO QUE TE ESTAS PONIENDO COMO UNA VACA!” o incluso “¡COMO NO HAGAS CASO A TU MADRE TE DARÉ CON LA ALPARGATA!”.
Un día que llegó mi abuela estaba distinta a otros. Estaba cansada. Me pidió un vaso de agua, pero yo no le hacía caso porque estaba vistiendo a mi muñeca, y mi abuela reclamó el vaso de agua mediante un hilillo lastimero de voz.
Esa misma noche mi abuela falleció y me sentía un poco culpable de no haberle llevado el agua cuando me la había pedido. Entonces pensé en hacerle una ceremonia, y compré velitas, copas, candelabros, caramelo, y me senté de rodillas al lado del ataúd, recé en supuesto latín aunque desconocía el idioma.
Cuando me fui a dormir noté como si alguien me estuviese estirando de las sabanas por los pies. Yo pensaba que mis sábanas de la cama estaban flojas y se me caían al suelo Pero no, no era que tenía las sábanas sueltas. Resulta, ahí estaba el fantasma de mi abuela para darme las gracias por todo y limpiar todo lo malo que me había dicho.
Narradora
Como habéis visto, lo que parece malo acaba siendo bueno en algunas ocasiones. Ahora tenemos a Jaime. Jaime era un niño bueno, vergonzoso, con miedo a todo. Él también os va a contar su historia.
JAIME
Yo era un niño tímido, atontado, bueno, sin ninguna maldad, me escondía detrás de mi madre cuando la tía venia a saludarme, o cuando venia la vecina a pedir sal me escondía detrás de mi padre. Como todos los niños iba al colegio, y el ambiente en el colegio era más hostil, a diferencia del ambiente de mi casa, en el que mis padres me hablaban con tranquilidad. En el colegio me daba órdenes mi profesor.
Me empecé a juntar con gamberros, y me escapaba del colegio, hacia diabluras, quemaba contenedores. En mi adolescencia llego una vecina nueva al barrio, y resulto ser la hija de un republicano. Se llamaba Ivana. Era todo lo opuesto a mí, por lo tanto era muy buena, exquisitos modales, se alimentaba de novelas, le encantaba leer, ir al cine, todo lo contrario que a mí.
Un día me propuso ir al cine. Nos sentamos en ultima fila aprovechando la soledad, la poca iluminación que había en la zona nos besamos. Y así es como comenzamos una relación afectiva.
Y como cuando alguna vez empiezas una relación afectiva, deje de lado a mis amigos gamberros, a pesar de que ellos me llamaban siempre, pero nada, yo no quedaba con ellos. Ellos decían que Ivana era tonta, que no me juntara con ella, que era friki y empollona En cambio yo, prefería nutrirme de conocimientos, prefería quedar con ella. Gracias a Ivana, al cine, a las lecturas, dejé las malas compañías y me centré. Así es como evite las drogas y evite ir a la cárcel. Mi vida cambió.
Narradora
La fuerza de la narración (en este caso del cine) nos puede llevar lejos. A veces podemos imaginar algo tan intensamente que acabamos creyéndolo real. Yo por ejemplo nací huérfana de padre. Siempre le preguntaba a mi madre “Pero ¿cómo era mi papá? ¿Dónde está mi papá?”
Y ella me contaba cosas y cosas sobre él:
-“Ay tu padre era tan guapo” “Tu padre era muy inteligente” “Me cuidaba mucho” “Era un aventurero, que viajaba por todo el mundo”
Yo pensaba que era el padre ideal, cuidadoso, amable, siempre ahí a mi lado. De tanto pensarlo, acabé convenciéndome de que él estuviera a mi lado de verdad. Así que cuando me caía. Él me decía “Vamos levántate, que no ha sido nada grave” y si peleaba con una amiga él me decía “ya encontrarás a otra amiga, no te preocupes” y si hacía enfadar a mamá, él me decía “ya vale, tranquilízate y pórtate bien. Vamos, pídele perdón a tu mamá”.
Era mi superhéroe y me ayudaba a sentirme bien. Creciendo con un modelo tan perfecto, acabé encontrando el hombre perfecto porque sabía ya cómo tenía que ser: me cuidaba, me apoyaba en todo lo que hacía, me animaba si me veía desmotivada, me mimaba mucho. Al final, decidimos casarnos.
Un día me llaman al teléfono. Era mi madre:
-“Ven a casa”
-“Ay no, que estoy muy ocupada aquí en casa, dime por teléfono”
-“No, no, tienes que venir a casa”
-“Que no, dime algo ahora y ya quedamos otro día que de verdad voy liada”
-“Te he dicho que no, ven aquí”
-“Pues escucha, quedamos en el bar de Paseo la Mina, que nos pilla bien a las dos”
-“Que no, te he dicho que vengas”
Así que fui y me contó algo que me cambió la vida. Mi madre me dijo que todo lo que sabía sobre mi padre era una mentira, que mi padre era un trotamundos pero que no se había muerto cuando yo nací. La verdad es que mi padre tenía 5,6,7 familias por toda España. Cuatro hijos en Madrid, dos en Barcelona, tres en Granada. No era un aventurero, iba cada día a buscar sus distintas familias. Así que mi madre se enteró y le echó antes de que yo naciera. Ahora mi madre me había llamado con tanta urgencia porque sí que ahora se había muerto en un accidente de coches y ella necesitaba contarme la verdad después de tantos años.
Fue un golpe muy duro. Todo lo que llevaba imaginando desde hace años, en un momento se derrite como un helado al sol. Y ahora yo pienso: será imaginación también la opinión que tengo de mi marido, mi otro hombre ideal.
Voy investigando por toda la casa. Encuentro en un bolsillo encuentro un recibo del hotel Boston de Zaragoza, de la noche de 14 de febrero. Anda, me había dicho que estaba en Madrid…
A veces las narraciones nos cuentan mentiras que aceptamos como reales, otras veces se ciñen a la realidad pura pero nos cuesta aceptarla. A veces los buenos acaban siendo malos y los malos buenos, otras los buenos pierden y los malos ganan. Nunca se sabe si un cuento es bueno o un cuento es malo, así que, para estar seguros, es importante no leer ni cuentos buenos ni cuentos malos.