Arts longa vita brevis
Seguramente nos definimos mas por lo que dura que por lo fallido o por lo breve. De manera que si estamos muchos años viviendo en Zaragoza, por ejemplo, nos sentimos zaragozanos y no nos consideramos bilbilitanos si estuvimos trabajando en Calatayud un par de meses. No somos bailarines por haber echado unos pasos en la discoteca un memorable verano, ni guitarristas por haber intentado aprender a tocar el instrumento en una ocasión perdida luego en el olvido. Lo que dura se impone como si fuera “la verdad” de las cosas, el poso auténtico una vez que se cuela el grumo de lo efímero.
Durante una temporada Remi fue chatarrero amateur. Su familia era muy pobre y humilde, como ocurría con la mayoría de habitantes de La Corrala, cuyo nombre ya lo decía todo, no porque se refiriera al honroso lugar en el que representaba obras de teatro Lope de Vega, sino porque la mayoría de las casas tenían una especie de patio en el que cultivar animales domésticos para uso familiar y rodeaban una explanada en la que crecían los vástagos comunales y los animalillos salvajes.1
Se escapaba por una valla rota en busca de cartones, botellas de sifón y de leche, periódicos usados, cañerías de plomo, hierros nobles y latas de aluminio. Los diarios escaseaban en La Corrala, había que pedirlos en los bares y algunas oficinas que permitían acceso a la chiquillería pedigüeña. Las botellas había que localizarlas en las basuras ofreciéndose voluntario para bajar la de la casa y de paso aprovechar para hacer rapiña por los alrededores. Los plomos requerían inspección de obras o derribos, lo que a su vez implicaba una caminata considerable por la ciudad para descubrir localizaciones.2
Las ganancias se invertían por lo regular en una entrada al cine Olimpia para ver una sesión continua en el palco con una papelina de pipas que arrojar a los adinerados o acomodados de la sala de butacas, creo que se llama rencor social o gamberrismo de clase, no recuerdo..3
Durante los tiempos en los que salía con un grupo de amigos hippiosos también tocó la armónica, influido por Bob Dylan, Santana, John Mayall y el blues. Quedaba muy bien hacer ver que tocaba las canciones en un punto fácil, de melodía reconocible que le había enseñado el amigo que le había regalado la armónica agradecido por dejarle habitación gratis un mes. Más de un ligue cayó con estas tretas seudo artísticas. Desgraciadamente la gloria duró muy poco. Cuando un músico que acudió un día a fumar unos canutos le avisó de que desafinaba, se lo dijo con inocencia y de corazón como quien te avisa que se está meando un perro en tu pie y no te das cuenta. Se puso rojo como un tomate y nunca más intentó progresar como músico de pacotilla.4
Durante unas semanas Remi también fue libertino, cosa extraña sabiendo lo soso, lo rutinario, tradicional y convencional que sería a lo largo de su vida, pero puede ser que en esto la norma tuviera una excepción. Fue un lapso de tiempo que salió con tres novias a la vez, una que era la que ya tenía desde hacía tiempo pero con la que que estaba en ‘crisis’, o sea sí pero no, no pero sí, te quiero, pero no siento lo que debería sentir, o no se si siento lo que creo que siento y en el ínterin de las reflexiones filosóficas conoció a otra chica con la que comenzó a salir sin estar todavía liberado y mentalizado, pero con la desesperación de no quedarse sin amor, al menos teniendo algo que podría representar una alternativa al vacío, sin que pudiese el vació llenarse con nada en realidad. Algunos días quedaba con una por la mañana y con la otra por la tarde. La cosa le parecía un justo premio al sufrimiento de la confusión y como la pasión amorosa se encendía más de la cuenta, su piel, su voz, el placer excesivo, el look de seductor o algún misterioso efluvio hormonal hizo que se acercara atraído a otra chica más -algo inaudito en su historia previa y posterior- . La cosa se desmoronó pronto como en un castillo de naipes empujado por la fuerza natural de la personalidad antigua que pugnaba por durar o por el natural caos del devenir.
Un verano Remi fue holandés. Una amiga se había trasladado a Ámsterdam a vivir con un trabajo de traductora, pero sufrió una caía en bicicleta, un resbalón por culpa de la nieve, y se lesionó en un brazo y una pierna. Le pidió ayuda, con los gastos pagados, claro está, para asistirla hasta que pudiera valerse.
Compartía el piso con estudiantes de ingeniería que tenían costumbres negligentes en el lavado de platos, el cocinar y el fiestear y la tenían desquiciada, y por eso mismo tenía la fama de ‘la loca’ al estar en minoría. Apenas le dirigían la palabra para que no les enmendara la plana o se quejara de váyase a saber qué tonterías.
Exhibía a su compañero-ayudante con orgullo, presentando a Remi como un amigo que había venido desde Zaragoza sólo para verla y echarle una mano como queriendo decir “¿Lo veis? ¿Tendría un amigo si fuera tan loca como suponéis?. Le invitó al Concertgebouw, a comer en restaurantes, le regaló una lámpara que era como un tubo hecho con telas de colores -que luego su novia le obligó a tirar al cubo de la basura alegando que era muy chillón y escandaloso-, visitaron el museo de Van Gogh en Museumplein y tomaron muchos cafés en las terrazas de los canales. Al acabar el mes ya no fue necesario ni como ayudante, ni como amigo ni como demostración de cordura y volvió a su si vida zaragozana.5
Remi había llevado una vida muy tranquila, anodina y humilde en una oficina, atendiendo llamadas y visitas, contestando sus preguntas de una manera tan mecánica y predecible que se podía permitir estar haciendo crucigramas a la vez. Se casó con pasión mortecina, de esas que tienen que disimular entusiasmo para no ofender, y ya va por el tercer hijo, creo.
De tanto en tanto, cada 5 o 6 años, osease, se reunía con algún amigo que le preguntaba:6
-¿Qué tal te va?
-Muy bien, solía contestar Remi. Tengo trabajo, mujer, hijos, una vida sencilla y tranquila..
-!Con lo tarambana que eras! Quien te ha visto y quien te ve..
–Eso es que me viste en un breve espacio de tiempo en el que todavía no era del todo lo que soy “de verdad”, de hecho casi todos mis amigos son hijos ilegítimos de momentos extraños de mi vida como tu, que te conocí una temporada corta en que hice de hippie, pero luego he vivido mi vida sin amigos nuevos, más bien concentrado en la familia, el trabajo y en acompañar a los hijos a las actividades extraescolares..
Como el amigo de Remi estaba sorprendido, sin saber si ofenderse o deprimirse por esta respuesta, Remi añadió, para salvar la situación.
-Pero no te creas, los momentos breves en los que no he sido lo que soy son mis mejores recuerdos y me dan una especie de energía oscura para resistir y persistir en la duración.
COMENTARIOS
#sagaRemi #personalidad #cambio
Discutimos sobre la fuerza de la personalidad, que descarta como fugacidades, cosas que fuimos en un momento dado pero que no fraguaron, posibilidades de ser que abandonamos y en cierto modo, cuando intentamos cambiar a mejor, por ejemplo dejando las drogas, la delincuencia en la que se han vivido largos años, la antigua personalidad tiene una inercia que dificulta el establecimiento de la nueva, que lógicamente al principio, por más deseada y positiva que parezca, es más débil.
En relación con esta temática las probaturas, las incidencias, los desvíos y las aventuras tienen un encanto que a veces la rutina del ejercicio estable de la personalidad no tiene.