Acequias y atajos
Vamos por Av cesáreo Alierta hasta el príncipe Felipe. Después de divagar sobre las distintas etapas del local Varietes que cada uno ha vivido, desde explanada de botellones hasta discoteca de menores, y desde allí visitamos el Alcampo para ver si por un casual tienen ensalada de flores como el de la carretera de Logroño, y como no visitamos la casa Morlans por fuera (nos dicen que se puede ver por dentro sábados y martes con una ‘modesta’ cantidad).
Nos llama la atención un lujoso pabellón de eventos que nos informan que alquila el cachirulo para festines. Nos encanta bastante mas la glorieta acristalada del palacio que nos hace ensoñar escenarios de amor romántico (algo que curiosamente debe albergar agazapado en nuestro interior). Vamos a coger el camino de la Raya porque nos apetece adentrarnos en el campo. Bordeamos la centralita atosigados por los perros de las casonas y pasado el puente ferroviario nos adentramos en los terrenos invernales.
Al llegar al recodo de Cantalobos, a la izquierda, en el lugar que se ve un arbol solitario que tiene seco en su tronco un hongo gigante seco cruzamos a través, siguiendo las acequias secas (apartando hierbas para pasar y quitándonos de los pantalones cardos secos que se pegaban), hasta llegar por el atajo el camino de La Alfranca, que recorremos y que nos deja ver de tanto en tanto, en medio de los arboles desnudos las aguas del Ebro con bancales de aves descansando.
Unos van por el camino principal y los mas sedientos de aventura por el sendero paralelo que circula por la parte del rio.
Al llegar a el embarcadero de piraguas descansamos para recopilar a los rezagados y atravesamos Las Fuentes hasta llegar al paseo de la Mina.