Nitinol

Nitinol

Representado por Fernanda Gardeñes

Los objetos tienen la mala fama de carecer de propiedades nobles. Simplemente están reducidos a la función de ser utilizados a conveniencia. Pero se ha descubierto que hay materiales que tienen la noble capacidad de tener memoria. Hay una aleación de níquel-titanio que posee propiedades de recuperación de la forma perdida en un ambiente de temperatura adecuado. Cogemos un clip de ese material, lo abrimos y retorcemos, pero luego, colocado en un recipiente con agua caliente, recobra el aspecto original.1

Un autor que ha reflexionado sobre los objetos es Jean Paul Sartre. En su obra “La náusea”2 ya habla de la experiencia que tuvo el personaje, un día que sentado en la zona de los Jardines de Luxembourg del lado de Boulevard Saint Michel tocó una raíz de las que se encuentran descubiertas a la vista y experimentó que la cosa leñosa le tocaba a él, en vez de tocar él a la rugosidad, como si la cosa precediera como existente a la esencia, que ingenuamente le asignamos mediante lo que llamamos intención.

Como cuando tenemos memoria de un objeto que hemos visto o tocado, una vez que ha pasado el tiempo y ya no estamos frente a él. Supongamos una mesa, ¿qué le debe la representación que nos hacemos de una mesa a la mesa de la que hablamos sin estar delante? Tenemos la sensación que una mesa en la que nos hemos sentado a desayunar, no es una pura imagen inventada cuando la mencionamos en otra habitación, sino la mesa del comedor que está allí al lado aunque ahora no se vea.

El mismo autor, en “La imaginación” 3desvelaba la mentira de la memoria como reproducción. ¿De qué instante serían esas supuestas fotos de la memoria o vídeos de los acontecimientos?. Podría recordar uno a su abuelo y una vez conseguido un engrama claro y fidedigno, surgir pegas tales como ¿por qué llevaba pantalones negros de pana reviviéndolo un lunes en casa si solo se los ponía en domingo?, ¿y esa gorra no era la que usaría un año después en un viaje a Cáceres?. Claro está que a los recuerdos les pedimos representación verosímil, más que exactitud fílmica.

Estas especulaciones filosóficas podrían parecer a primera vista fútiles, aunque tienen su lado práctico. Cuando Sartre fue a estudiar a Berlín al seminario de Kojeve, en el mismo curso en el que coincidieron Aron, Bataille, André Breton, Lacan y Marleu Ponty, en la misma sala, sin que nunca jamás volvieran a reunirse ni a compenetrarse intelectualmente en cambio hablaban alemán, y mira por donde, ese dominio del idioma le permitió a Sartre escapar del campo de concentración en el que fue detenido saliendo por la puerta como si fuera un oficial.

Como si estuviera tocando la raíz del jardín de Luxembourg, Fran estaba paseando por la Plaza de España. Comenzó a arreciar la lluvia y se refugió en los arcos del Banco de España par ver si amainaba el aguacero. Al tocar el marco de la puerta para apoyarse, por lo visto tocó en el mismo sitio en que en otro momento, había estado en contacto y se trasladó en un instante a años atrás, cuando el Banco de España estaba abierto al público y la moneda era la peseta.

Estaba en la sala de oficinas ordenando recibos por orden alfabético. Otros días se ordenaba por orden de número de factura, de fecha, de remitente…4, como si en cierto modo se complicara el trabajo con el secreto fin de justificar la necesidad de un empleado.

En esa época estaban trabajando de interinos en la mesa de “machacas” Rodríguez Picó, que estudiaba composición, aunque luego consiguió estrenar algunas obras, Los insectos, El viaje de Alicia y Concierto para clarinete. Se ganaba la vida programando en la radio y con algún comisariado cultural que había ostentado. Rafael Santamaria quería hacer cine experimental, aunque luego acabó trabajando en la retransmisión de eventos deportivos. Luis Palacio que iba camino de descubrir nuevas curvas geométricas. Me han dicho algunos, no sé si será cierto, que ahora tiene una pizzería por la calle Lacambra. Las conversaciones eran apasionantes y hacían pasar el mortecino tiempo funcionaril como si fuera una cosa llevadera en vez del acostumbrado vacío existencial. Estaban todos allí, jóvenes, vestidos quizá de forma distinta, con atuendos que correspondían a otras épocas, oliendo a colonias de hoy en día, con paredes difuminadas que no se veían en el decorado engañoso del recuerdo.

Otro día, al pasar por la avenida de Valencia, frente a la academia Cid, se sentó en el escalón de la entrada para atarse el cordón de los zapatos que se había rebelado del orden artificial de las cosas y se vio sentado en la época en la que estudiaba contabilidad. La bella Ivana vino a su mente como un flash. Era como una tormenta que te caía encima, con su arrolladora presencia y con su imparable contundencia a la hora de ‘mandarte’ cambiar de silla o de ‘pensar que las cosas eran así’.

Se vio subiendo a la clase de contabilidad analítica y sentado al lado de “la descarada”. Al otro lado de la fila de pupitres estaba Silvia, la enamorada del profesor del Opus que siempre hablaba de las dichas del amor y las bienaventuranzas del destino.

La descarada le puso una nota en medio de los apuntes, una nota abstracta del estilo de “todo lo que es, acaba en nada”, o algo similar. No se veía bien el renglón de la frase en el cuaderno construido de retazos de cuadernos varios, hojas y notas dispersas apelotonadas que provenían del caos de los tiempos. Fran le contestó “lo que es nada, si es algo”, o parecido. Había un roneo, un coqueteo o un ligoteo..5 entre ellos. Un día le dijo:

-Si quieres vamos a tu casa.

-Vale –le contestó sin pensarlo Fran, pasando por alto que no tenía casa a la que ir.

Pero con sus ahorros se dirigió esa misma tarde a una agencia, alquiló un piso por Torrero, sin verlo . Eso que el agente insistía mucho en hacer una visita primero para que se asegurara donde se metía.

-¡Deme la llave ahora mismo que ya me fío!

-Las prisas son malas consejeras –objetó el de la agencia, pero sin demasiada fuerza de convicción, no fuera que por culpa de la precaución se perdiera un alquiler.

Cuando llevó a la descarada a la nueva casa estaba nervioso. Intentaba averiguar qué llave abría el portal, el cuarto de contadores, la terraza. ¿La llave que tenía escrito “afuera” o la de “entrada”?.

-Es que no conoces ni tu llave –le bromeó guasona la descarada, a la que ninguna imperfección humana se le escapaba sin comentario jocoso- ¿Dónde está el baño? –le preguntó en cuanto entraron.

-Por ahí –contestó Fran mirando rápidamente a la izquierda donde parecía divisarse un salón…

-No me habías dicho que tenías el baño en la terraza, ¿tienes la llave de “afuera”? – le preguntó ella después de haber intentado abrir la puerta infructuosamente –

Ese día lo que pasó no puede decirse para el público, porque es algo ligeramente vergonzoso y por pudor o respeto es mejor no entrar en ciertos detalles escabrosos.6

La cosa con la descarada no progresó, porque era mucho más experimentada, abierta y sexy de lo que Fran podía asumir, aunque por eso mismo le había gustado tanto.

En los siguientes meses del curso intentó seducir a Silvia, la enamorada del profesor, con una insistencia incombustible, con una perseverancia a prueba de desaliento. Utilizó todas las argucias del seductor, hacerse útil, sorprender, apoyar, defender a ultranza la posición de la seducida, halagar, retirarse a tiempo, insistir lo necesario, volverse imprescindible para todo, compartir la música favorita, las películas o deportes que fueran necesarios o incluso conocer a sus padres y hacerles toda clase de favores 7.

Poco a poco la enamorada del amor trascendente más que del ente inmanente, acabó cediendo en una pelea que tuvo con el novio y estuvieron saliendo un par de años hasta que el amor trascendente voló por otros lares.

El aula de contabilidad estaba intacta. El profesor quizá tenía un libro que no parecía el mismo que debiera tener, con el haber y el deber nunca se sabe. La silla coincidía, pero tenía un reposabrazos que a Fran le parecía que era del Coliseo al que iba a veces a ver películas en sesión continua.

El tiempo que trascurre, supuestamente en segundos rítmicos, puede contener en medio del espacio que se cuenta un intersticio que se salta y en ese hiato, en ese agujero se pueden colar los próximos objetos, partes o aconteceres para configurar tramposamente una imagen que aparecerá instantes después.

Algo así sucedió en la terraza Cuarto Espacio. Fran se apoyó en el dintel y vio sentadas en las mesas por lo menos a seis personas tomando cafés y bebidas. Todas ellas eran desconocidas ENTONCES, pero de pronto se dio cuenta, porque miraba sin perder el conocimiento adquirido, que podía poner nombres a esas personas que con el pasar del tiempo había conocido.

Uno a uno reconoció a los ‘extraños’ que tomaban cafés a su aire, rejuvenecidos, con pintas de época. Se habían juntado por azar ese día en la terraza y luego, separado durante años y vueltas a reunir en un centro al que acudía Fran, también por pura coincidencia.

-Pero si es Amparo tomando un cortado y vestida con varias jerséis y chaquetas”-, se dijo a sí mismo o a su yo de antaño el yo extraño- “Y ese de ahí es Mihai con una mujer que debe ser su novia y una niña. Ahí está Juan, bebiendo un carajillo a media mañana. Alberto trajeado revisando una agenda de negocios. Emilio con un paquete de discos para vender. María Pilar con varios sobres de fotos reveladas para entregar a los de la librería Cálamo de al lado”..8

Los anónimos tenían de pronto nombre, sin que el futuro tocara ni cambiara ningún aspecto del pasado, o sino… ¿tal vez el pasado era un invento del presente?


COMENTARIOS

#sagaFran #tiempo #azar #memoria #retrospectiva

La narración introduce la posibilidad de que algunos objetos (dinteles, escalones, podrían ser también fotos o recuerdos) tienen ‘poderes de memoria’, retrotraen a otras épocas, de pronto abren una puerta temporal, resucitan una memoria dormida como el agua caliente con el nitinol. Son cortes transversales en vez de longitudinales de otro momento en el tiempo en el que ese mismo objeto fue tocado o usado.

De esta forma Fran tiene un primer flash back en la que trabajaba como interino en el Banco de España. El tiempo en el que estudiaba contabilidad Fran en la academia Cid y conocía algunas compañeras significativas con las que tuvo amores juveniles y finalmente un día cualquiera, hace muchos años, en la terraza de un bar, en la que de pronto descubre que las personas anónimas con las que toma un café le resultan conocidas, pero no porque las conociera entonces, sino porque las ha tratado después.

Esta última propuesta de la memoria es la que ‘reconstruye’ el pasado con datos del presente, haciendo trampa, otorgando significados pretéritos que no existieron entonces.

El grupo de personas que está trabajando en el taller de narratoterapia participa de esta ceremonia estando también juntas en un espacio narrativo temporal ficticio.


NOTAS TÉCNICAS

1 Realizamos un experimento con un vaso de agua caliente y unos clip de nitinol (ver en Amazon) que deformamos

2“Le Nausée” J.P Sartre. Coll. Blanche, Gallimard

3 “L’Imagination”, J.P. Sartre, F. Alcan.

4Preguntamos ¿De qué otras formas se podrían ordenar? (por colores, fecha de registro…)

5Lista bis del flirteo.

6Voz aparte, el narrador se dirige a los oyentes en tanto que oyentes y él como narrador en apuros.

7Pedimos colaboración para averiguar de qué forma seducir exitosamente a alguien.

8A partir de este punto, en el que se ha elegido a seis oyentes de los que se sabe aproximadamente lo que podían hacer veinte años, se anima al resto a que ‘se coloquen en la terraza’ con un aspecto de entonces, realizando una gestión verosímil del momento histórico. Si ‘tienen corta edad’ en el corte temporal eludido van acompañados de adultos cuya tarea o actitud con ellos presuponen.

1 comment

  1. ReplyFernanda Gardeñes

    A la hora de dinamizar este cuento ponemos especial atención en:
    – Comparativa entre propiedades de materiales: memoria, permeabilidad, resistencia al calor, frio, ductilidad, maleabilidad, tenacidad.. con las características y propiedades de las personas.
    – “Fenómeno flashes”: nos pasa, nos suele pasar, con qué , con quién, por qué???
    – Formas de ligar y conquistar, representación de la táctica del león con la presa.
    – Ronda de locuras hechas por amor: cada uno de los asistentes cuenta la cosa más disparatada que ha hecho por una persona.
    – A lo largo de todo el relato repasamos estructura del cuento para mantener atención.
    – Enfatizamos en lo relativo del tiempo y espacio, del estar o creer estarlo, de los puntos de vista y lo sesgado de la realidad.
    Fundamental sentir el pulso de los participantes, recurriendo a improvisaciones, activaciones directas y mucho humor, intentando que capten y disfruten la totalidad del relato.

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