Nuestro objetivo de la salida de hoy era llegar al puente del Voluntariado (homenaje a los voluntarios que hacían buenas acciones ciudadanas en la expo del agua).

Al atravesar la plaza de los Sitios hemos visto desde la terraza del bar Monumental, al compañero Benito tomándose un café en su bar preferido de la zona (nos saluda pero declina venir con nosotros en su día libre).

Nos hemos deleitado viendo el escaparate de la pastelería Bakery de la calle Zurita sopesando cual nos comeríamos en el supuesto que pudieramos o no tuviéramos limitaciones o prohibiciones alimentarias.

Hemos atravesado Independencia para llegar a la calle Cádiz donde hemos compartido unas palmeritas integrales de una tienda de comida casera barata para llevar, llamada Nostrum.  Sopesamos precios y virtudes de los platos que ofrecen y algunos toman nota de cara a salir de un apuro un fin de semana de una forma rápida y sabrosa. En la misma calle hemos visto una chocolatería de Bélgica donde hemos degustado unas perlitas de chocolate negro.

Caminando por la plaza Salamero (o del Carbón, en la que algunos han trapicheado con pequeños hurtos a cambio de dinero o tranquimazines)  hasta la el cruce de Coso con César Augusto. Nos hemos parado en la panadería La Tahona Goyesca para ver cómo el panadero amasaba el pan. Atravesando el Mercado Central y haciéndonos la boca agua con los puestos del mercado, hemos llegado hasta las Murallas. Por Echegaray y Caballero, divisamos la silla de un pescador (o eso nos parece porque el susodicho no está) un tanto curiosa; ¡es de madera! Y al poco vemos a un hombre con su caña esperando a pescar algún pez. Nos reímos pensando en que pueda ser un siluro, de esos que se lo comen todo del fondo del río, el cual, por cierto, no huele muy bien.

Después, nos hemos bajado por el parque de la ribera porque es más tranquilo y verde que el paseo que está lleno de humos de coches. Al pasar por debajo del puente de la Almozara (o de la Química), José Luis nos comentó que había una escultura de bronce de unos hombres tirando de un carro que retiraron porque empezaron a robar piezas.

Poco después llegamos a la pasarela del Voluntariado que con el viento se movía un poquito, y cruzamos el río. A la izquierda se ve la Expo, y puede vislumbrarse El Alma del Ebro (u hombre de las letras), de Jaume Plensa; a la derecha el puente de la Almozara y el Pilar. Tras despeinarnos alcanzamos la rotonda de Blas Infante, cuyo busto está en el césped del medio y que no se ve bien desde la acera.

La avanzadilla nos introduce por el barrio de los nombres de poetas, el Actur, dirigiéndonos hacia la calle Clara Campoamor donde nos esperan mientras comentan algo (no sé el qué, es lo que tiene ir cotorreando con los compañeros) de la distribución de Aragón de Tupperware, que por fuera es fucsia. Al llegar a la avenida de Gertrudis Gómez de Avellaneda, se decide parar en una terraza entre sol y sombra para tomar un cafecito tan ricamente.

Tras hablar entre todos, conocernos un poco mejor, reír con las bromas y pasar un rato fantástico, volvemos a la marcha. Toca volver, y lo hacemos en paralelo al tranvía (o gusano, como he aprendido hoy), y los más veloces se entretienen mirando bicicletas de carbono de una tienda especializada. Pasamos junto al Centro de Salud Actur Sur a nuestra derecha y a la izquierda la Escuela de Arte, y cruzamos, porque nos gusta más el parque que la acera. Ahí en medio se conserva lo que todos llamamos La Chimenea, la única parte que se conserva de una antigua fábrica de 1917 que se encargaba de limpiar lana para poder usarla.

Seguimos caminando por el parque Macanaz hasta alcanzar el puente de Piedra y atravesar el río. En la calle Don Jaime no sé qué pasa que nos dispersamos. Unos van hacia un lado, otros hacia otro, otros esperamos… Y al final, nos desviamos para asomarnos por la valla del Teatro Romano. Cruzamos por el Coso, nos dirigimos a la plaza de los Sitios, ¡¡y nos encontramos con todos los que creíamos haber perdido por el camino!!