El secreto del Mesías

El secreto del Mesías

La narradora expone un fragmento de la vida del gigante Heindel, desde el momento en que encumbrado a lo mas alto, pleno de fuerzas y productividad cae enfermo por una paraplejia, sin poder escribir música con la mano paralizado, acosado de deudas y desesperado recibe la noticia de que un balneario podría mejorarlo y decide probar las tres horas de inmersión que le recomienda el médico (con prudencia para que su corazón no se vea perjudicado). El nota alguna mejoría y decide arriesgarlo todo sumergiéndose ocho horas diarias. A partir de ahí su mejoría se vuelve más patente.

Comienza con ilusión a producir operas y cantatas para recuperar su medio de vida (entonces los músicos vivían de lo que producirían y tenían que ser prolíficos y gigantes de la musica para sobrevivir). Pero llega un invierto a Londres y los ríos se hielan y los teatros se vacían, los acreedores vuelven a acosarle y los amigos y público tan devoto como inconsistente le da la espalda

Entra en total desesperación y amargura, viendo que la vida le da la espalda, le abandona como un limón exprimido, sin ninguna consideración ni valorando todo lo que el ha aportado a la humanidad. Pasea por las noches porque durante el día los deudores le persiguen. Pero al volver a casa no tiene ninguna melodía que escribir. Un día en el que desesperado piensa en la muerte -no en el rió helado en el que patinan los niños, pero sí con arsenio o algún otro veneno- al volver por la noche agotado para dormir ve en la mesita un sobre del guionista Jordens con el que había trabajado algunos oratorios, y le pide musica para un Mesías.

!Le pedía! cuando nadie la daba nada,  sólo consideración alguna de su angustia desesperada. Lo arrugó y lo tiró furioso a la papelera.

Pero esa noche no pudo dormir, le venía a la cabeza los primeros versos !CONSOLAOS! y le vino a la cabeza los primeros compases de uno de los oratorios más impresionantes y escuchados en la historia. Estuvo febrilmente escribiendo la partitura durante tres semanas seguidas, comiendo con la mano izquierda mientras escribía con la derecha.

PONEMOS UN FRAGMENTO DE LOS COROS DE DEL MESÍAS (FINAL) para comprobar el secreto y el milagro.

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