El dorado en Graveprom
Había que llevar a cabo una traición. Esta era la pega.
Eduardo Falcon jefe de ventas de Dinamics le ofreció a Felipe, del departamento de investigación , la posibilidad de cambiar de empresa con él, a cambio del doble de la paga actual. En la nueva empresa, Graveprom, fabricaría las mismas eproms que hacía en Dinamics.
Eduardo, tras vencer algunas dudas de conciencia, había hecho un trato con el gestor de Graveprom, al que conocía a través de un familiar. Le había propuesto la posibilidad de fabricar eproms para usarlas en parte en su linea actual de producción y vender el resto, comenzando por la cartera de clientes de Dinámics con la que Eduardo contactaba habitualmente y así desarrollar una nueva actividad dirigida por él mismo que proporcionaría pingües beneficios.
Eduardo mintió mucho a Luis Galitó, el director de Dinámics, para poder llevar a cabo el cambiazo. Dijo que su tío –de una empresa llamada Graveprom- le había pedido como favor personal que le ayudara en su negocio por encontrarse enfermo y ser Eduardo el único familiar de confianza con el que podía contar. Por esta razón imprevista se veía obligado a deshacer el vinculo societal, pero al principio, para no perjudicar a su socio y amigo, estaría dispuesto a colaborar gratis atendiendo a los clientes hasta que encontraran un socio sustituto.
La baja de Felipe en Dinámics se planteó sencillamente como mera coincidencia desafortunada.
Dinámics atravesó una época muy dura por pérdida de clientes e incumplimiento de plazos en algunos proyectos que llevaban entre manos, pero luego, con el tiempo, se iría remontando.
Luis Galitó, como amigo, y para consultar temas comerciales, llamaba con frecuencia a Eduardo que a pesar de su mala conciencia de traidor se mostraba aparentemente más amable y efusivo que nunca, como esos maridos que después de engañar a su mujer le regalan flores y se ponen más melosos y sentimentales que nunca.
Se daban noticias mutuas. Uno acerca de las preocupaciones sobre el futuro de Dinámics y el otro lanzaba falsas noticias de la empresa en ‘dificultades’ del falso tío enfermo.
Para justificar los argumentos de la brusca separación habida, se veía obligado a empeorar a su tío tras cada llamada.
Al principio los médicos pensaban que se trataba de un pequeño problema de próstata que tenía buen pronóstico. Luego se complicó con la aparición de un quiste. Resultó más tarde, cuando hicieron la biopsia, que era maligno y debía operarse. La operación no fue muy bien y hubo que hacer una segunda cirugía. Apareció la grave complicación de una septicemia y también le descubrieron nódulos en el pulmón que necesitaron un estudio especial y tratamiento de quimio. A continuación, ya que el tratamiento no había tenido el resultado deseable, hubo que operar de nuevo.
Cuando Luis Galitó le preguntaba por la empresa de su quimérico tío, Eduardo aseguraba que tenía todavía mas problemas de los que le contaba de Dinámics. Empeoraba artificialmente la situación para que Luis se consolase de haber perdido a su socio, de las fugas de clientes y de las pegas para encontrar expertos que continuaran los proyectos, “ah Felipe, ese sí que era bueno”.
Eduardo se inventaba problemas con las máquinas de producción, dificultades para pagar salarios, deudas como losas que le aplastaban, sabotajes de los mal pagados, el desconocimiento del negocio del tío, que le hacia meter la pata con cierta frecuencia, jornadas inacabables, problemas de pedidos… Al final Luis Galitó, al verse relativamente mejor que su antiguo socio le consolaba:1
-Resignación, todo sea por tu tío enfermo, pero qué bien estabas con nosotros en Dinámics, con el buen ambiente que había y los ingresos que teníamos, ¿recuerdas aquellas fiestas pantagruélicas que montábamos en navidad?. Acabábamos abrazados y llorando de felicidad.
-No me hables. Qué rabia me da haberte dejado solo y haberme metido en este infierno.
Dinámics había ido dejando de lado, poco a poco, el trabajo con eproms, para dedicar casi toda su actividad a montajes eléctricos. Pero un día les llegó un encargo importante de eproms, un contrato bastante jugoso. Luis pensaba que ahora les pillaba fuera de ámbito asumir esa clase de pedido para un solo cliente y que no merecía la pena diversificarse sin saber si retomarían la antigua actividad y se acordó de las miserias de su amigo Eduardo Falcón.
Luis Galitó decidió, por generosidad y también para no complicarse la vida, pasarle el encargo a Eduardo como favor para que levantara cabeza y pudiera ir a visitar al hospital a su tío con metástasis, con más frecuencia y así despedirse del próximamente moribundo con la humanidad que se merecían las personas castigadas injustamente con la mala suerte.
Sonó el teléfono en Graveprom. Eduardo no estaba ese día en la oficina y Felipe, que durante muchos meses tuvo prohibido coger el teléfono por si le reconocían, contestó:2
-Está llamando a Graveprom, ¿En qué puedo servirle?
-Soy Luis Galitó de Dinámics, -dijo la voz, al otro lado del teléfono, de Don Luis Galitó- ¿Está el señor Falcón por ahí?
-Ha salido por una urgencia –contestó vagamente Felipe-, ¿Quiere que le coja el recado y que le avise en cuánto llegue?
-Si, dígale que me llame en cuanto pueda porque le quiero pasar un contrato de eproms muy jugoso, para ver si lo puede asumir.
-Pues nos vendría muy bien y seguro que lo podríamos asumir, pero de todas formas le llamaré ahora mismo para que se ponga en contacto –le aseguró Felipe, manteniéndose firme en aparentar ser un trabajador cualquiera-. Simuló no ser Felipe ni que Don Luis Galitó fuera el Luis con el que tantas navidades y palmadas en la espalda había compartido.
-Mejor no le llame al hospital, que ya tiene bastante con lo suyo. Espérese a que vuelva que no nos va de un día-.
-De acuerdo Don Galitó, así procederemos.. Por supuesto Eduardo no vino del hospital sino de apalabrar un nuevo contrato con uno de los antiguos clientes robados de Dinámics . Felipe le explicó la generosa oferta de Luis Galitó y el miedo que había pasado al hablar con su antiguo jefe y pretextar ser un anónimo empleado de Graveprom
Después de llamar a su amigo para aprovechar el magnífico favor que le hacía por amistad, volvió con una cara lívida y descompuesta.
-¿Qué ha pasado, -le preguntó Felipe preocupado-.
-No veas que corte. Va y me dice “¿Qué hace Felipe trabajando contigo?” Yo le dije que tu no eras tu, que se confundía, pero el insistía “Pues era la voz de Felipe y me ha sorprendido que estuviera trabajando contigo”. Le he insistido en que no. Que debía ser que por teléfono las voces a veces se confundían, que de ninguna manera trabajabas aquí y que hacía mucho tiempo que no tenía noticias tuyas.
-¿Se ha convencido? –preguntó Felipe, angustiado-.
-No sé, creo que sospechaba más que dudaba, así que la cosa puede que tenga consecuencias porque ya conoces a Luis. Cuando algo se le mete algo entre ceja y ceja ya no lo suelta hasta que revienta. Tarde o temprano tenía que ocurrir.
-Y ese super contrato que te quería ofrecer, ¿qué pasa? –pregunto intrigado Felipe para saber si las consecuencias ya se habían manifestado en su estado inicial-.
-El contrato nos lo quedamos, aunque creo que sabe que no lo merecemos. -Todo lo que estamos disfrutando ahora no lo merecemos, pero lo aceptamos igual aunque provenga de cosas de las que no estamos nada orgullosos –aseveró Eduardo a modo de consuelo poco convincente-.
-Estoy de acuerdo contigo Eduardo, es mejor dejar lo oscuro atrás para no estropear el presente. Es la lucha por la vida.
Esta conversación fue el inicio del tic en el ojo izquierdo de Eduardo, que ni neurólogos ni acupuntores supieron suprimir. Se le activaba en cuanto hablaba con cualquier persona que le mirara a los ojos.
También se manifestó bajo la forma del dolor de estómago que comenzó a padecer Felipe, al menos una vez a la semana, sin que los médicos descubrieran ni helicobácter pilori, ni acidosis ni alergia conocida.
Tal vez las cosas buenas surjan de las malas, como las flores de los lodazales umbríos y dentro de las cosas buenas siempre haya algún pigmento, púa o veneno que se vuelva en su contra.
COMENTARIOS
#sagaFelipe #traición #mentira #psicosomática
La narración se centra en una traición perpetrada por la ambición de ganar más poder o dinero. Eduardo mantiene a su antiguo jefe Luis, en la ignorancia de lo sucedido. Eduardo ha esgrimido como disculpa la enfermedad de su tío. Se ve obligado a perfeccionar la mentira con más mentiras que la vuelvan creíble a lo largo del tiempo. La escalada llega a la apoteosis de cánceres y cirugías para mantener el interés humanitario de Luis, que incluso le llega a ofrecer un jugoso contrato en nombre de su amistad y por solidaridad con la ‘falsa’ tragedia del tío de Eduardo.
Hay un contraste entre la nobleza de uno y el comportamiento miserable de otro. Contra mejor se porta Luis, peor es el aprovechamiento miserable de Eduardo, ¿una cosa no provoca la otra?.
Los favores de Luis por otro lado son a medias, porque no puede asumir el encargo que regala y porque le cuenta sus penurias a Eduardo. El lado oscuro en el que se han involucrado Eduardo y Felipe es cada vez más negro. Lo justifican en nombre de la ‘lucha por la vida’, porque una parte la iniciaron voluntariamente y otra se les ha ido yendo de las manos y porque tener más beneficios amortigua sus conciencias.
Los esfuerzos en funcionar ‘como si nada’ tienen el precio de un trastorno psicosomático que delata el precio que pagan ‘en el alma’, tics en el ojo, malestares estomacales, síntomas que revelan lo no dicho, lo que han roto y en lo que se han trasformado en comparación con aquellos tiempos de palmaditas en navidad.
NOTAS TÉCNICAS
1Representada la escena gana en inteligibilidad, sobre todo si se marcan los puntos de ironía. El diálogo llamando por teléfono debe ajustarse al sentido, pero pueden utilizarse libremente frases similares más coloquiales. Ej. “Esto es penoso, que si las máquinas hay que cambiarlas, que si los clientes huyen como ratas… etc.”
2Esta parte se puede representar entre el narrador y un auxiliar que simulan llamarse por teléfono. Improvisan según texto para dar mayor realismo expresivo a la escena.