intercambio acuoso
El día se presenta lluviosos pero en cuanto aclara nos damos una vuelta por el centro de la ciudad. Visitamos la lonja que no conocía un nuevo compañero y recorremos los puestos artesanos apreciando las muestras de quesos artesanos con elogios y sesudas valoraciones. Algunos se sacan focos en las atracciones y en el belén, que nos sirve de recordatorio de los viejos oficios y algunos comparten anécdotas de trabajos.
Visitamos el Botánico un bar que sirve bizcochos caseros de hierbabuena y uno sublime de canela y jengibre y la decoración son macetas de flores que también se venden. El ambiente nos gusta.
Damos un rodeo visitando el Hospital Provincial, admirándonos de las cuñas que unen a las vigas, que con su mecanismo sencillo pero al mismo tiempo eficiente nos retrotrae a las cosas hechas con las habilidades artesanas de los maestros de oficio, y que los ingenieros han sustituido por sistemas estandarizados que aunque puedan ser más eficientes no tienen el mismo encanto. Lo mismo
cabe decir de las tallas de los bancos y los azulejos de los pasillos.
Nos gusta la paz que se respira en el patio de la capilla.
Lo milagroso es que cuando volvemos de la vuelta, justo cuando entramos a resguardo, comienza a llover de nuevo.