La entrada al paraíso
Representado por María Melero Trillo
Había un cierto contraste entre la manera en la que era considero Germán en público y en el ámbito del hogar. Este fenómeno dismórfico podría ser achacado a que era médico, lo que en el el ejercicio de la profesión le otorgaba inmediato beneplácito y admiración, incluso atribución de saberes más allá de su especialidad, la pediatría. Pero también fuera del ámbito profesional, al comunicar entre los amigos y vecinos que era médico, inmediatamente suscitaba respeto, veneración e interés, aunque fuera por tomar nota del hecho por si posteriormente fuera necesario recurrir a él para pedirle algún favor. Por este lado podríamos decir que participaba con placer de la magia de la medicina.1
Por el contrario, en el ámbito privado siempre había estado un poco humillado por su hermana mayor, Miriam, que aprovechaba siempre que podía para darle pullas… “Es que tú no sabes ni freír un huevo”, “mira que no eres capaz a pasar el cepillo”, “pero que tonto que eres”…2 Y como era el pequeño, menudo y rechoncho, le gustaba mucho meterse con él llamándole ‘taco’. Que si taco haz esto, que si “no eres capaz de hacer nada a derechas”… y con el taco pa´qui taco pa´alla, al final se quedo con el nombre de ‘Taco’, seudónimo que nunca quiso asumir, ni siquiera entre sus amigos de barrio o universidad.
Para más inri, la mujer de Germán, Silvia, le había confesado a Miriam, por verla con más experiencia en esos temas de hombres, que Germán era eyaculador precoz. Era algo que le preocupaba y le llenaba de dudas. Si sería por su culpa, porque un médico no puede padecer estas cosas por causa propia.
Dicen que las mujeres hablan con más facilidad de los temas conyugales y se cuentan las intimidades, mientras que los hombres prefieren no hablar de temas personales o si lo hacen es más para presumir… Se podría decir que para esto las mujeres son la verdad y los hombres la exageración. Así que con semejante revelación, Miriam ya tenía una poderosa razón añadida para meterse con “Taco”, aunque fuera de forma subrogada, porque había prometido no revelar a nadie la confidencia.
Un día de esos en los que Germán recibía a los Visitadores y volvía a casa con nuevos bolígrafos, libretas, calendarios, ratones, tablets, jamones..,3 trajo la sorpresa del regalo de un viaje a Cancún. No como un soborno por recetar los medicamentos de la farmacéutica donante, sino más bien como “agradecimiento” por usar sus fármacos ya que la farmacéutica había ido creciendo y en parte porque Germán había aportado su granito de arena.
Es aconsejable llamar a las cosas por su nombre, para que no se den malos entendidos, pero ¿ qué necesidad tenían los de la farmacéutica de regalarle nada a Germán?
Pero él limitándose a aprovechar esa oportunidad que se le presentaba, en vez de desecharla a la basura, decidió que iría con Silvia para compensarla con unas vacaciones, el tiempo que su trabajo le había quitado en múltiples ocasiones por tener que hacer guardias o ir a congresos.
Desgraciadamente las obligaciones profesionales no le permitieron a Germán poder ir al viaje y no había forma alguna de hacer cambios con compañeros demasiado comprometidos y organizados, así que decidió pedirle la sustitución viajera a su hermana, para que se fuera con su cuñada a Cancún y qué tiene de malo, el poder así disfrutar también de la casa para él solo durante unos días. Por supuesto tanto lo uno como lo otro fueron excusa perfecta para que Míriam, a pesar de estar consiguiendo vacaciones gratis, siguiera con sus habituales dardos venenosos y bajadas del pedestal de “Taco”.
Se embarcaron hacia Cancún, allí al sur de México y cuando llegaron…
-¡Oh Dios mío! -decían entusiasmadas.
Les habían pagado el viaje al paraíso, con arenas blancas, un agua azulina transparente, a una temperatura ideal para meterse en el agua y la habitación con jacuzzi de burbujas.
No sólo era el paraíso por las vistas y la naturaleza, sino que además tenían una pulsera con la que todo lo que quisieran estaba incluido, en la red de hoteles que se comunicaban. Podían pasear por todas las zonas y si les apetecía ir a almorzar a un italiano, para comer pasta, pizza… pues iban y enseñando la pulsera no pagaban nada, al igual que si les apetecía ir a un mexicano a comer… o a un chino… o a un español …4 todo sin pagar…
No hablemos de la barra libre, que también tenían. Podían tomarse todos los mojitos que quisieran, los caipiriñas, daikiris, sol y sombra… 5 y con que solo vieran la pulsera los empleados ya sabían que eran “diosas” que podían tomar y comer lo que quisieran sin pagar.
¡Aquello era la antesala del paraíso! Había huéspedes de todas las procedencias… Los estadounidenses eran los más numerosos, por eso de que México es como su patio de recreo particular, también había alemanes que iban motivados por el turismo sexual, franceses y algún que otro mejicano con bastante parné, además de los españoles que eran los menos, pero gente por lo general con alto status económico. Para toda esta fauna internacional había mil y una actividades para poder entretenerlos… que si aquagym, que si paracaidismo, surfing, ski acuático….6
Esas actividades requerían guapos monitores especializados, de cuerpos bien trabajados, en su mayoría mejicanos, que se solían llevar bastante bien con los turistas españoles, que eran los que más sensación de proximidad les mostraban, tal vez por eso del lenguaje común, que es algo que une en un entorno babélico.
Tanto es así que se llevaban tan bien los guapos asistentes con los clientes españoles, que Javier, profesor de submanirismo, con músculos que parecían esculpidos y con abdominales bien marcados… se acabó liando con Míriam, poniendo un broche de oro a esas vacaciones providenciales.
Entre tanta actividad, salidas, cenas por allí, ruinas por allá, arrecifes y demás, tanto Miriam como Silvia, pasaban casi todo el tiempo juntas y tenían muchos momentos de espera en los que hablaban largo y tendido de las cosas de la vida.
En esas conversaciones en el extranjero era fácil acabar confesando tu vida, como si te desnudaras, por eso de que la confianza iba a más sin las cautelas y prejuicios locales. Al final Silvia le acabó preguntando a Míriam, qué era eso de haber tenido relaciones con más de uno, cómo le había influido, si como experta consideraba que era un error haber conocido sólo a Germán y no poder comparar para saber lo que era normal o no, lo que una u otro podían sentir de forma diferente a lo que hasta el momento hacían.
Ante semejante conversación a Míriam no se le ocurrió otra cosa que proponerle a Silvia que probara en esas vacaciones a acostarse con otro y así tendría con que poder comparar. Esta propuesta, “Taco” se la tenía bien merecida.
El consejo a Silvia no le pareció bajo ningún aspecto admisible. Pero Míriam por su cuenta desoyó los escrúpulos morales para oír sus instintos subliminales. Se apiadó de su cuñada y decidió echarle una mano para subsanar el abuso de posición con que el “Taco” la había sometido. Evidentemente era más leal a sus opiniones que a su amor fraternal.
Esa misma noche Míriam se fue a hablar con Javier, para que éste sedujera a Silvia y se acostara con ella, algo a lo que Javier en un principio no estaba dispuesto, porque la que le gustaba era Míriam. Pero tras una larga conversación llegaron a un “ acuerdo”, en el que la cantidad de dinero era la clave y accedió a hacerlo.7
Cuando Silvia se dio cuenta de que Javier le estaba tirando los trastos tuvo escrúpulos de nobleza, porque Míriam era la que había estado con él hasta entonces. Pero se sintió halagada de ser preferida a la ‘experta’ y ‘sexy’ de su cuñada. No era el ambiente más propicio para resistirse a la la tentación, máxime con tantas facilidades etílicas y al fin se dejó caer sin mucha resistencia en los fuertes y deportivos brazos del submarinista.
A la mañana siguiente Míriam le preguntó, que qué tal le había ido la noche anterior, en la que le había perdido de vista a última hora, extremo al que Silvia respondió sin dar muchos detalles. Evitó mencionar el hecho contundente de qué había detrás de las superficialidades tales como “tomé algo”, “bailé un ratito”, “subí a la habitación”, ya que creía que Míriam no sabía ni debía saber nada de lo que había ocurrido.
Para Míriam esta forma elusiva de hablar era una prueba de que el “contrato” se había cumplido.
Al regresar Silvia no podía parar de decirle a Germán, lo agradecida que estaba del viaje que les había regalado y lo bien que lo habían pasado. Todo acompañado de numerosos y empalagosos “te quiero mucho” como la pulsera que conservaba todavía le permitiera abusar gratis.
COMENTARIOS
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El status de médico no impide que a su alrededor ocurran situaciones dudosas (visitadores regalando cosas por recetar sus fármacos) y en su vida privada (eyaculador precoz). Se inicia el cuento como recordando que somos humanos con debilidades.
Míriam conoce a la persona privada (su hermano) que luego será pública por su profesión, marcando los contrastes entre estos dos ámbitos.
Míriam convence a su amante ocasional en las vacaciones que seduzca a Silvia, su cuñada, para hacerle el ‘favor’ -que sería indirectamente una traición a su hermando al que llama ‘taco’- de que tenga más experiencia con los hombres, pueda comparar y saber lo que es normal o no.
Como los escrúpulos morales hacen que Silvia y el monitor de submarinismo se opongan a esta propuesta ‘curativa’ indecente, Míriam paga a su amante para que la seduzca y Silvia cae en la redes de la seducción, aunque no quiere que nadie lo sepa (la engañada pretende a su vez engañar al resto).
Como el texto no explicita lo que cada uno sabe o no sabe, los pactos secretos, o los secretos inconfesables el oyente lo tiene que deducir del contexto. El cuento debe dar pistas sutiles suficientes, e incluso no tan sutiles cuando el narrador a través de sus tonos de voz o gestos lo da a entender como un profesor que al explicar un tema dijera ‘ojo, que esto que estoy diciendo igual entra en el examen’. El ejercicio de deducir de lo sutil nos permite acceder a una realidad más rica y compleja que la simplificada, plana o literal.
NOTAS TÉCNICAS
1 El narrador hace un pequeño estudio sociológico preguntando a los presentes cómo reaccionarían si una persona les comunica que es médico (si actuarían con naturalidad, interés, prejuicio…)
2 Lista de puyas que se pueden aumentar con ayuda de algún voluntario entre los presentes.
3 Pedimos colaboración de “regalos” que un Visitador de un laboratorio podría proporcionar
4 Pedimos que mencionen más tipos de cocina internacional que conozcan (india, libanesa …)
5 Barra libre: mencionar bebidas (cubatas …)
6 ¿Qué más actividades vacacionales se os ocurren que podrían hacer? -pregunta el narrador.
7 Esta parte de la negociación se representa en un sketch en el que resume el personaje Míriam las razones por las que quiere que ligue con su cuñada, las pegas del submarinista alegando que le gusta ella, y la negociación monetaria para convencerle.