El uni-grupo

El uni-grupo

Volvía Felipe, por la calle Valencia, de vigilar el candado de la vieja casa familiar. Habían estado robando en otros pisos, pero menos mal que en el suyo, que por otra parte ya no era suyo porque había apalabrado su venta, por suerte, no lo habían asaltado todavía.

-¡Válgame dios! -pensaba con horror ante la posibilidad de su puerta hubiera sido forzada-. Para asegurarse había estirado el arco del candado para asegurarse que el rotor había trabado el cierre, pero no se concedía tregua pensando que le tocaba el próximo: si vigilaba todos los días no le robarían. Por otra parte, siempre podían actuar los cacos cuando se diera la vuelta, de forma que vigilar en vez de traerle paz le proporcionaba nuevas dudas.

Había pensado alguna vez que al tirar del candado, quizá lo había forzado sin querer y lo había dejado abierto por su atolondre, induciendo a los ladrones a entrar en su ex-casa, tentándolos por su culpa y había vuelto a comprobar tanto si estaba realmente trabado como si pillaba a alguien, que hubiera estado esperando su marcha en la puerta de la calle la primera vez, de ese día, porque llevaba así meses.

Como andaba con mucha determinación y se trataba de una jornada en la que hacía mucho calor se fue a sentar en la terraza del café Aragón, al girar hacia Fueros.1

Al lado se sentó una chica de unos treinta y tantos, que al cabo de mirarle un rato solapadamente le dijo:

-¡Perdone, pero está usted verde claro!

-Pues sí, ya estoy cansado de vigilar el candado. Es que en el bloque donde vivía han robado en todas las puertas menos en la mía y estoy preocupado, señorita, perdone si la molesto.

-Ah, entiendo, esta verde claro con cuatro motas rojas porque guarda todavía cuatro cajas con cosas de su hija.

-Anda! ¿Y cómo puede saber eso?. ¡Yo no se lo he dicho! -pregunto Felipe, más interesado en saber que en suponer que estaba delante de una ladrona que había entrado en su casa y había vuelto a salir dejando todo intacto por no encontrar nada de valor-. ¿Como lo ha podido adivinar?

-No tiene misterio, soy Cromatista.

-¿Cómo? ¿Queé es usted muy lista? -dijo, proponiendo una versión plausible de lo que no había comprendido-.

-No no, cro-ma-tista, croma, color, lectora de las auras de colores de las personas.

-Anda!, no sabía que existía eso -aseguró Felipe.

-Pues si, veo que hoy ha comido macarrones a la Boloñesa y pollo asado con pimientos.

-Es verdad, es verdad, ¡ha adivinado! Es usted muy lista

-Y tiene dos euros en el bolsillo.

-El café vale uno diez, no me alcanza, sino la invitaría.

-No se preocupe, le invito yo, porque veo que tiene muchas deudas en el barrio..

-¡Es usted un peligro!

-El peligro es gris con toque anaranjado -aseguró la Cromatista-.

Se sentó de pronto en la mesa en la que habían comenzado a charlar un caballero de mediana edad con una cabeza en la que destacaba una frente muy prominente. Se lo quedaron mirando un buen rato, desconcertados, esperando ambos que el lado contrario hiciera mención de su relación con el personaje.

-¿No me presenta a este caballero azul marino ?-dijo al fin la Cromatista-.

-Pensé que era su novio! -objetó Felipe.

-Ya quisiera yo tener novio, pero a la que me ven amarilla todos huyen. -aclaró la Cromatista-.

Se quedaron mirando al caballero “azul” los dos a la expectativa de que se auto-presentara o explicara, qué hacía allí, o si se había equivocado, si era que no veía bien o era un despistado, o qué cosa podía explicar su singular comportamiento.

Pero el caballero azul no decía nada, parecía mirar al vacío, a una lejanía inalcanzable o un horizonte en el que se ponía el sol para dejar todo oscuro.

Como estaba como un pasmarote y no hablaba, ni siquiera para llamar al camarero, se giraron dándole la espalda y acabaron ignorándole como si de un parasol se tratara.

Veo efervescencias irisadas de inteligencia -dijo de pronto la Cromatista-.

.¿Mande? Válgame dios, mías no son, seguro.

Y se volvieron para observar de nuevo al caballero azul, que por lo visto debía tener en su cabeza burbujeando sesudas ideas abstractas.

-Le aseguro -advirtió la Cromatista, con aplastante aplomo- que estamos ante una de las auras más sabias que he podido contemplar.

El conocimiento mudo, ensimismado, aislado, que no circula ni insufla velas ni resucita plantas lánguidas no parece algo útil, más bien una engorrosa molestia que aplasta al que lo tiene y estorba al que no lo tiene.

Mientras estaban alelados, atontados, pasmados y estupefactos mirando al señor de gran cabeza azulada no se dieron cuenta de que se había sentado con ellos una cuarta persona.

-Yo les puedo ayudar a traducir lo que dice -dijo La Intérprete

-¡Pero si no habla nada, no podrá traducir! -le avisó Felipe- Llevamos un buen rato y no ha dicho ni mu!

-Ya soy capaz de escuchar el silencio. La gente cuando piensa habla de una forma subvocal que no es perceptible a simple vista, pero por alguna razón, enfermedad o misión sublime, el caso es que yo oigo perfectamente el pensamiento, especialmente el de las personas bloqueadas, o cautelosas o suspicaces o incapaces de tratarse con los demás como este señor. Sus ecos de voz -llamémosles así- son más intensos y claros. En cambio, los vuestros nada de nada.

Le pidieron que tradujera los pensamientos del señor azul.

-Pregúntele si quiere tomar algo para que le pidamos al camarero.. si tiene dinero, claro.. -dijo Felipe-.

-Tiene un billete de 50, dos de 20, uno de 10 y 3€ 50- eso lo puedo ver sin oír -aseguró la Cromatista -.

-Tomará una tónica schweppes -contestó por él, la Intérprete -.

Algo extraño ocurrió en ese momento, que no fue por casualidad, ni por azar, sino algo parecido a la vida, cuando se juntaron unas proteínas distintas para crear la primera célula, que luego aprendió a clonarse y repetirse. Se quedaron tiesos, mirándose fijamente y una especie de fluido, humo o vapor salió de sus bocas y se convirtieron en el unigrupo.2

Los cuatro, que por separado eran un desastre, juntos se volvieron funcionales, confluyeron de una forma libre pero atada, diferente pero con un objetivo común, partes pero un todo mayor que las partes.

Iban a todos los lugares juntos, matemáticamente coordinados, sabiéndose manos, pies, cabeza o corazón del nuevo ser que conformaban.

Habitualmente Felipe movía el grupo de una forma eficiente, determinada y con firmeza.

-Vamos al Tibetano ese que hay en el paseo de Independencia -decía, más bien mandaba con la fe ciega de que el objetivo aparecería aunque a él se le escapara cuál era-.

-Dice el azul que llames al señor del traje gris que está comiendo en la esquina, el que ha dicho la Cromatista que es investigador de nano-estructuras en el ITA, una franja de azul celeste atravesada de tres nubecillas blancas que se mueven sinuosoidalmente.

-Véngase por favor, a la mesa de allá de las dos chicas y un señor! -le decía Felipe, en tono tal que parecía una orden hipnótica a la que fuera imposible resistirse.

-Le felicito por su trabajo sobre rotores magnéticos para mover nano túbulos, es una técnica muy prometedora, aunque no sé si conoce los trabajos Buckmister con fullerenos, muy útiles para que las estructuras acaben aguantando su propio peso -le dijo el sabio azul a través de las palabras de la Intérprete -.

No es que el gran cerebro mandara siempre, porque en otras ocasiones el unigrupo seguía ciegamente unos colores que la Cromatista veía cual revelaciones sagradas, otras la Intérprete cambiaba totalmente el rumbo de los acontecimientos con un nuevo dato, información o propósito oído, sin que fuera pronunciado y que el resto aceptaba ciegamente sin rechistar.

Felipe les movía de aquí para allá de una forma intuitiva, habitualmente certera.

Un día -para ese entonces ya vivían juntos después de separarse de los que los unían por separado- Felipe de pronto, iluminado, dijo:

-Vamos a la estación Delicias, pero rápido, que tenemos prisa.

Entraron como si nada en la zona de la sala de espera VIP del ave, y la Cromatista le señaló a Felipe, “¡ese es!” y Felipe fue a buscarlo y con señas, parecía que el señor era alemán, le indicó “venga para aquí” y la Intérprete se las vio y se las deseó para indicarle al Doctor Vauman que reconsiderase la captación mediante Bosones W y Z de antineutrinos pensando en la capacidad de descomposición de baja energía de las fuerzas débiles tanto de los leptones muónicos como leptónicos que podría infravalorar el efecto de helicidad medido como

-Ah.. -dijo, según Intérprete, El Dr. Vauman muy desconcertado-

Advirtió por su cuenta la Cromatista, que podría romperse el spin ½ del antiquark.

-Efectivamente!! -dijeron a coro los que podían hablar menos el que había hablado.

-El Doctor estaba más que sorprendido de que ese grupito de gente extraña, que no conocía de nada, se dirigiera a él en términos tan científicos e inteligentes que en otras circunstancias le hubiera llevado a solicitar que contrataran al científico en su equipo al precio que fuera, de no ser en este caso desconcertante porque el uno era cuatro.

Que se sepa ésta había sido la ultima andanza de cariz científico en la que se había involucrado el unigrupo. Creo que ahora están más interesados en campañas anticalentamiento del planeta y en la nueva economía del siglo XXI.

Dicen algunos que el Doctor Vauman pudo corregir a tiempo algunos cálculos erróneos que hubieran inducido a un accidente muy grave en el acelerador de partículas y que tal vez se hubiera chupado y estirado como un chicle al mundo un agujero negro, dicen. Desde luego ha perdido totalmente al aire chulesco y prepotente que tenía en sus apariciones televisivas.

POSTDATA

Algunos han difundido el rumor, del cual no existe ninguna prueba fehaciente, que el uni-grupo fue visto morir en la calle de los Fueros de Aragón y que los trozos cadavéricos son unas personas absurdas que han perdido totalmente el sentido de la vida.


COMENTARIOS

#cualidades #sinergia #grupo

Cuatro personas caracterizadas por padecer importantes limitaciones en tanto individuos aislados, juntos se convierten en una relación simbiótica a cuatro bandas. Felipe tiene el poder de acción, la cromatista adivina por el color del aura qué son y quieren los demás, el sabio es capaz de asombrosos cálculos (es una I.A) pero por lo demás una nulidad al punto que antes de encontrarse con el resto de compañeros pasaba como retrasado mental. La intérprete que sabe leer el lenguaje subvocal es la única en saberse comunicar con el hombre-ordenador, aunque ella por su cuenta no tiene otra habilidad reconocible.

Surge el fenómeno del unigrupo como una síntesis de las partes que genera un ente por encima de sus componentes, como una conciencia emergente.

Ese ente se mueve por intuiciones del ejecutor, del hombre de acción, que decide llevarlos de aquí para allí, pero cuando interactúan rápidamente con la perfomance superior que les da saber lo que ve la cromatista y saber lo que calcula el sabio. Enseguida sucede lo inverso, el sabio le comunica al resto un deseo de corregir a un físico afamado sus cálculos y a través de los entresijos grupales se las arregla para que el hombre de acción les lleve a contactar con el físico para avisarle de sus errores de cálculo.

Es una forma de elaborar la fuerza de la sinergia de grupo. Las cualidades positivas de las partes se potencian y aprovechan, mientras que las negativas se neutralizan. Si el conjunto se armoniza el resultado aparece como titánico y asombroso.


NOTAS TÉCNICAS

1 La escena se representó con la ayuda de un auxiliar y dos T.O. en prácticas, que ensayaron previamente sus cortos papeles para que la situación resultara fluida y fácil de comprender. Durante la escena se exageran ciertas partes para iluminarlas mejor (la cromatista se levanta y mira, remira a Jaime para ver mejor qué ha comido y cuánto dinero tiene, haciendo un cierto espectáculo circense del asunto; el sabio mira a las musarañas y hacia la nada cuando le preguntan de quién es conocido, la intérprete se fija en la boca de los demás para averiguar qué van a decir o piensan).

2 Inspirado en “More than human” de Theodore Sturgeon, ed. Ballantine Books

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