Troquelitas
Representado por Luz Moreno
Como dijo Paul Éluard, escritor y poeta surrealista francés “Hay otros mundos, pero están en éste. Hay otras vidas, pero están en ti”.
Primero crecieron en las antiguas huertas las casas baratas de Los toros, en las que se conocieron Goya, Elías y Meka, los inseparables, más unidos por el gamberrismo infantil y por razón de vecindad forzada que por la escuela. Cuando llegaron a esa edad en la que ser “hijo de” se convierte en sensación agobiante de despersonalización, formaron su propio mundito de claves y reglas secretas caprichosas, gustos subversivos y estética alternativa. Como botón de muestra valga su gusto arbitrario por un juego que bautizaron como “TROQUELITAS”.
Eran unas fichas redondas de plástico que rellenaban de cera y lacraban el techo con misteriosos signos que significaban promesas de ser en el mundo.
Poco después se construyó la Ciudad Jardín, para asombro de todos, que veían en forma de chalet con jardín un sueño materializado en vez de promesa lejana. Allí fueron a parar la Olivia, el Yuri y el Cano, el hijo de un algo funcionario Americano. Olivia llevaba de cráneo a todos los chicos que se iban a pasear a la Plaza Maravillas, más que nada para constatar el fenómeno de su belleza.
Olivia conoció toda suerte de seductores de palabras, presumidos moteros o fitipaldis de coches de lujo, aspirantes a modelos, elegantes y maleantes bailongos del tres al cuarto. A medida que su experiencia de los hombres y de las mentiras del amor aumentaban, su vestimenta se degradaba, se rompía y se desgastaba, lo que lejos de espantar atraía la imaginación calenturienta de los chicos y tenía que soportar escenas vomitivas de carácter sexual que el resto de los mortales no hubieran podido resistir.
En la plaza de Las Maravillas comenzó, por efecto de una sincronía extraña, la afición de las troquelitas, por supuesto, con materiales nobles de maderas de Boj o de Ébano, marcadas con signos de plata incrustada.
Los Toros y Las Maravillas nunca se mezclaban por un tácito respeto o secreto desprecio, aunque de vez en cuando se asomaban las cabezas de Goya en Maravillas y de Olivia en Los Toros, provocando a su paso una nube de miradas, a modo de espías que constataban la evolución técnica de los jugadores de troquelita y aclaraban ciertas dudas de procedimiento.
Esta situación cambió cuando el Profesor, decían que de ‘Opus Nigrum’, les presentó en el Círculo de Eruditos a Olivia y a Elías que conocía por separado, asegurándoles que los veía como las dos mitades de una misma alma común. Ambos compartían aficiones esotéricas o tenían curiosidades espirituales no confesadas a sus bandas de troquelita. Tenían por ese tiempo una relación muy estrecha con el Profesor.
Se sentaban en la misma mesa y comenzaron a escribirse crípticas notitas en el cuaderno:
-Lo que está ¿es?
-Si es, no puede estar siendo nada
-Lo que nada flota dentro de algo
Así garabateaban de rojo y negro el cuadernillo de notas que regalaron al inicio de las conferencias de alquimia del Círculo como jarchas en medio de sesudas consideraciones sobre el pasaje del nigredo a la albarada y especulaciones cabalísticas varias.
Luego comenzaron a tomar cafés, cervezas y cenas rápidas, saliendo prácticamente cada día, solos o con Goya y El Cano. La Goya, que era troskysta y sindicalista se sentía atraída por el americano como el bien se siente atraído por el mal, sea para redimirlo o para experimentarlo para avalar su rechazo.
Elías consiguió un trabajo en la librería Documenta gracias al Profesor y se alquiló un pequeño apartamento en el centro, que se convirtió en el Pozo de Las Luces y lupanar de ocasión para amigos huérfanos de habitación.
Un día Olivia abordó el tema de virginidad de Elías a las bravas y le dijo:
-Qué, ¿soy Hermes Trismegisto y por eso me resisto?
Se estuvieron besando más de media hora, revolcando por la alfombra comprada en el rastrillo en forma de mandala, practicando un curioso 69 semi vestidos y como no había forma de salir de los preliminares y Olivia tenía un compromiso, la cosa no pudo culminarse ese día.
Elías inició un tórrido romance con Olivia que fue ejemplo y representación icónica del amor entre los aficionados a las troquelitas. Algunos los tenían en la pieza principal como un dibujo de dos mitades, una de cara de ella, otra de espaldas de él y aseguraban daba muy buena suerte en las partidas.
Vinieron a los cines las películas de James Bond y se embobaron las mentalidades con líneas estéticas modernas, luces azules tecnológicas y el color blanco como una capa de nieve que tapara el mundo antiguo y todo lo igualara, conciencias, clases sociales y la fealdad de la pobreza. Los aparatos se estilizaban, la ciudad se llenaba de edificios rutilantes de metal y vidrio
Tanto en Los Toros como en Plaza Maravillas, las troquelitas se trasformaron en fichas blancas iluminadas con diodos, rojos y azules, respectivamente. Pero Olivia, la guapa, se separó y ya no se la volvió a ver ni por Maravillas ni menos aún por Los Toros.
Goya y El Cano comenzaron a salir juntos y se separaron de sus grupos que quedaron desgajados más que unidos. Un día los vieron a la puerta de la filmoteca en un ciclo de cine iraní.
De Olivia circularon muchas versiones. Como decía el antropólogo Strauss1, la verdad del mito está en sus variaciones. Unos la situaban en la comisaría de arte de Arco, otros en las oficinas de obra social de La Caixa, otras en una empresa de ingeniería. Se la había visto en los pasillos del parlamento en Luxemburgo y en la embajada de Londres. Decían también que había participado en un debate sobre la nueva economía china, pero Elías, por más que buscó la referencia en la hemeroteca, como quien busca una prueba de que la esperanza existe, nunca pudo encontrar rastro de verificable.
COMENTARIOS
#sagaElias #status #adolescencia #identidad
Se analiza como diferentes expectativas, condiciones, actitudes en la vida desembocan en distintos caminos, metas y aterrizan en lugares, ciudadanos de Los Toros vs ciudadanos de Ciudad Jardín.
La búsqueda de la propia identidad en la adolescencia y juventud se aparece como acompañado de un rechazo de lo impuesto paternal.
Se menciona el misterio de la atracción entre los polos opuestos, divididos por barrios, características personales. Las personalidades irreconciliables y opuestas se atraen o son reunidas a través de mediadores (el Profesor de Opus Nigrum). Su unión es inestable.
Se muestra la paradoja de un paralelismo, la misma afición a las troquelitas, desarrollada en realidades o mundos sociales distintos
Se menciona el espejismo de igualdad que trae la tecnología: lineas rectas funcionales, color blanco, leds azules.
NOTAS TÉCNICAS
Ponemos ejemplos de anhelos y experiencias prohibidas en la juventud, como formar parte de bandas, pertenecer a un movimiento, por ejemplo el punk o las drogas.
Comentamos vivencias en los grupos de pares, apodos recibidos.
Dividimos el grupo entre los del barrio de Los Toros y los de Ciudad Jardín, escenificamos el modo de hablar y de jugar a las troquelitas de unos y otros.
1 “Mitológicas”, Caude Lévi-Strauss, Ed. Fondo Cultura Económica